Sistema Preventivo y Drogas

Apuntes sobre una entrevista al P. Guillermo Cejas, sdb
Por Nicolás Mirabet y Santiago Valdemoros

Fuente: Boletín Salesiano

“Para prevenir hay que ser especialista en vínculos, no tanto en drogas”


Con los años, hablar de adicciones en general se fue tornando cada vez más habitual. Lamentablemente esto se debe no sólo a conocer cada día más para dar respuesta y prevenir, sino también porque somos testigos del crecimiento despiadado del consumo, que desintegra todo lo que está a su alrededor. Sin ir muy atrás en el tiempo, hace unos quince años estas problemáticas aparecían fuertemente estereotipadas en ciertas poblaciones concretas y se las relacionaba con conflictos de familia o bien con situaciones de pobreza marginal. En la actualidad, si bien aún falta mucho por recorrer, a esta realidad se la reconoce como manifiesta en todos los sectores de nuestra sociedad, sobre todo en el mundo adolescente y juvenil, ya sean del ámbito urbano o rural, con mayores o menores ingresos, con familias constituidas de diversas maneras, pertenecientes a escuelas públicas o privadas, etc.

Guillermo Cejas es salesiano, y desde su lugar de educador se especializó en prevención y  acompañamiento de chicos y chicas en situaciones de consumo de drogas. Es así como, en diálogo con docentes de la localidad de Bernal, al sur del gran Buenos Aires, remarcó algunos conceptos que hacen a la prevención de estas situaciones en diferentes ámbitos de la sociedad, en especial en la escuela.

“Cuando se trata este tema, muchos piensan que hay que ser especialista en drogas. Pero para nosotros, salesianos, más que eso hay que ser especialista en vínculos. El problema de las adicciones desafía nuestra forma de vincularnos. Si fijamos la mirada sólo en la droga, estamos haciendo un reduccionismo de la problemática”. En este contexto se hace necesario ampliar la mirada, ya que entiende que “ahora los chicos tienen incorporado este tema en su lenguaje, en sus juegos, en la música que escuchan”. Asimismo es importante no perder de vista que “hoy estamos atravesados por muchas adicciones, tanto los adultos como los adolescentes, donde lo que se nos está planteando es cómo poder darle sentido a la vida. Una persona que transita una adicción tiene un vacío existencial”.

La aproximación a la problemática de las adicciones implica animarse a desaprenderse de ideas y preconceptos. “Hay mucha sobre-información, a veces es un tema que nos genera temor, miedo y mucho prejuicio, y depende de dónde estamos parados para verlo”. Pero ello remarca la importancia del preservarse como educador, ya que “si el cuerpo está mal puesto, termina dañándose por la violencia, por la ingratitud, por el cansancio. Son muchas las exigencias… Debemos pensar el acompañamiento desde las posibilidades que cada uno tiene”.


La importancia de movilizar creencias
En efecto, para Cejas, “la buena voluntad de muchos puede resultar infructuosa si no podemos desarmar muchos lugares comunes presentes en el discurso. A veces escuchamos ‘¡Ese chico tan bueno, cayó en la droga!...’ como si fuera caminando, se tropezara, se caiga en un pozo y se llene de droga. O bien ‘antes consumía solamente marihuana, pero la marihuana no es droga’. Algo que cuesta mucho desactivar es el peso que tienen nuestras creencias, aquellas que sostienen nuestros pensamientos, aquellas que hacemos vida en nuestras actitudes”. Por ello, como docentes, animadores o simplemente como padres, se debe prestar mucha atención a la información que se encuentra y que se brinda, la cual “si no está contextualizada, en el nombre de la prevención puede generar lo contrario”. Y advierte: “Mucho del material que hay en las redes sociales es armado por el narcotráfico. Por eso hay que tener cuidado, hay que ver el material, saber de dónde viene y qué mirada tiene”.

La droga permitida
La Organización Mundial de la Salud denomina droga “a toda sustancia que cuando llega al organismo modifica el sistema nervioso central y la percepción de la realidad, produciendo tolerancia”. Es así que el alcohol ingresa en la citada categoría. “Cultural y socialmente no lo vemos como una droga, sin embargo es la de mayor consumo en el país, y la que sirve como inicio al consumo de sustancias en general, a una edad cada vez más temprana, lo que repercute en el desarrollo de los jóvenes”, describe Cejas. “Diez años atrás, un chico se iniciaba en un consumo abusivo a los 16 años aproximadamente. Ahora, el inicio, es mediante el alcohol y a los 14 años, en el momento que el cerebro está en plena etapa de floración, es decir que se interfiere con su crecimiento”, advierte. “Las personas que llegan a una adicción crónica han tenido entre 2 ó 3 años exclusivamente de ingesta y adherencia del alcohol. Si no hubieran llegado a un consumo abusivo, quizás no hubieran tenido un inicio con otras sustancias”.


El oratorio, experiencia vital
“Una persona que desarrolla cualquier adicción es una persona que tiene dificultades serias para comunicarse —afirma Cejas—. En los adolescentes, el alcohol les permite hablar y llorar cosas que de otra manera no dirían. Nunca en la historia tuvimos tantos objetos que supuestamente nos facilitan la comunicación, pero habría que ver qué cosas son las que nos facilitan los vínculos”.

El gran desafío para la escuela es poder llegar antes, ya que “no va a tener una persona adicta a los 19 ó 20 años, sino a los 15 ó 16, con un cerebro mucho más condicionado. Una persona, unos seis años antes de llegar a un consumo de drogas, ya vive un vacío. Y para pedir ayuda tarda unos seis u ocho años más. Teniendo en cuenta la edad de inicio, seis años antes sería a los 10 años de edad”.

Por eso, la prevención en la escuela es necesaria en todos los niveles y requiere de actitudes claves: “Estar en los recreos, hacer patio, allí tenemos el pulso de lo qué pasó el día anterior, el fin de semana o de lo que va a pasar”. Y destaca: “Qué importante detectar en ese chico que de lunes a viernes no pasa nada, pero que todos los fines de semana no puede divertirse si no abusa del alcohol. Si a los pibes se les hace imposible divertirse sin tomar, hay que empezar a preocuparse”.

Muchas veces, el único espejo que tienen los chicos para reflejar su identidad son los docentes, y así, volver a Don Bosco, es un camino válido. “Los pibes del oratorio decían: ‘a mí Don Bosco me quiere más’. Y lo que hacía Don Bosco era simple: pasaba por el patio, e iba diciendo… ‘Te veo bien’, o ‘¿Vos no tendrás algo para contarme?’ No tenía grandes diálogos, pero el otro se sentía registrado”.

Para este salesiano, el sistema preventivo es clave ya que “muchos tratamientos de recuperación fallan. Por ahí se trató mucho lo neurobiológico, pero el problema es más existencial”. Por eso, en una Casa Salesiana se debe lograr que los adolescentes puedan descubrirle sentido a la vida y elaborar un proyecto de vida. “Si el ser humano es único e irrepetible, las respuestas deberían ser únicas e irrepetibles”. De esta manera seguramente se podrá ayudar a más de un joven a creer en si mismo, a confiar en el otro y a ver al futuro como un horizonte de crecimiento, en donde no necesitarán de ningún aditivo extra más que las propias ganas de vivir.