Eres lo que vistes

por Thelma Ocampo Fuentes



El titulo tan sugestivo y a la vez tan controversial nos lleva a profundizar en un tema que está de moda y es justamente el de «la moda». Porque vestir,  y vestir bien,  es un elemento que se torna relevante en la vida de todos los individuos, no solo en las personas del siglo XXI donde la imagen ha tomado una gran importancia tanto en el ámbito laboral como el social e incluso el familiar, sino en todos los seres humanos que han pasado a lo largo de la historia. Porque desde que el hombre es hombre, éste siempre se ha vestido. Y podemos observar claramente cómo ha evolucionado y cambiado no solo los propios diseños sino el concepto mismo del vestir.

Podrían preguntarme ¿por qué controversial?
Bien, me explico: Porque afirmar que soy lo que visto, es darle toda la fuerza al vestido y corremos el riesgo de permitir que el ropaje que utilizo defina lo que soy, dejando mi personalidad, mi estilo, mi vida y mi propio ser al vaivén de la moda, adaptándome yo a las circunstancias del momento y al capricho de los diseñadores generando inseguridad, superficialidad y una preocupación exagerada mas en el «parecer» que en el «ser», anclando la autoestima a la mera estética corporal dando así paso a la mercantilización de las apariencias, es decir, «la estetización del propio cuerpo mediante fármacos, intervenciones quirúrgicas, trasplantes…», o la búsqueda de ser un icono social, o refugiarse en el «marquismo» como solución a la búsqueda de la identidad, o convertirse en «shopaholic» para satisfacer el vacío existencial del solo «parecer».

Si además consideramos la gran influencia de la industria de la pornografía en el tema de la imagen, vemos como se ha instrumentalizado a la mujer convirtiéndola en un «objeto de placer», vendiéndole la idea de que para ser bonita debe cubrir ciertos cánones de belleza y medidas que a alguien se le ocurrió establecer y que la han orillado al uso de la cirugía estética para lograrlos, trastocando el respeto a su dignidad. Y no podemos permitir que esto se introduzca en nuestra manera de pensar y  que en aras de la moda demos con nuestra imagen un mensaje equivocado.
Estoy segura que queremos ser mujeres de bien, que nos respeten por lo que somos, pero también queremos que vernos bonitas.  Entonces retomando nuestro tema, podemos preguntarnos ¿qué actitud debo tomar frente a la moda? ¿La total indiferencia o la preocupación por vivir la moda?

Los slogans que se mueven en la cultura mediática nos dicen, que si son bonitas y arregladas son generalmente «estúpidas». Es por ello que en muchas ocasiones en el ámbito intelectual o profesional se olvidan totalmente del cuidado de la imagen personal mostrando una apariencia descuidada como sinónimo de competencia profesional o masculinizando su imagen perdiendo su feminidad. Al mismo tiempo se puede correr el riesgo de centrarse exclusivamente en la imagen olvidándose del desarrollo personal, de la educación y la cultura y entonces sucede que se tiene muy buena presencia pero en cuanto hablan manifiestan la falta de contenido en su propia vida, deformando la verdadera belleza y elegancia. No podemos olvidar que esto sucede no solo a las mujeres, pues también los hombres son parte del juego de la imagen y la moda.
Pensar que la moda solo es un asunto de superficialidad nos lleva a tomar una actitud de desconfianza, como si fuera un enemigo manipulador que se opone a la identidad personal. Debemos tener la claridad de que la moda es parte de nuestra vida y que es una manifestación personal y tiene que ver mucho con el conocimiento de sí mismo y con los valores, hasta lograr desarrollar el propio estilo y vestir solo lo que conviene de acuerdo a la propia personalidad respetando la dignidad humana y sin caer en ninguno de los dos extremos. Ya decía Coco Chanel «La moda se pasa de moda… el estilo jamás»

Ser es más importante que parecer, pero cuando el «parecer» va en concordancia con el ser, la persona se potencializa en su seguridad, en su prestigio, en su presencia y en última instancia en ese señorío total que nos hace voltear a ver a la persona por su personalidad y estilo que lo dicen todo, porque lo es todo.

Tenemos que reconocer que la industria del vestido se rige por un ritmo comercial donde cada tres meses la moda cambia y solo cuando logra sobrevivir más de seis meses se convierte en un clásico y superando los seis meses es ya un estilo, como lo logró hacer Coco Chanel. Es por ello que no se puede ni se debe cambiar el guardarropa al ritmo de la moda, ni tampoco permitir engancharnos en el juego del consumismo, porque «si tenemos  más de lo que necesitamos, con el tiempo necesitaremos más de lo que tenemos».
No olvidemos que la elegancia es la manifestación de la riqueza interior en coherencia con una agradable imagen exterior que respeta el estilo, la personalidad y la dignidad, por eso la moda también se educa, para saber vestir lo que eres y ser lo que vistes.