La alegría de vivir en Cristo, núcleo de la propuesta salesiana de santidad juvenil


Una reflexión ‘salesiana’ sobre Fil 4,4
por Juan J. Bartolomé, sdb
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 “Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres” (Fil 4,4). La frase de la carta de Pablo a los filipenses se refiere a la alegría que encuentra quien sirve al Señor. La alegría en el Señor es elemento esencial del sistema preventivo, un sistema educativo que, siguiendo a don Bosco, permite ofrecer a los jóvenes el evangelio de la alegría. Don  Bosco ha captado el deseo de felicidad presente en los jóvenes y ha expresado su alegría de vivir en el lenguaje del júbilo, del patio y de la fiesta; pero jamás ha cesado de indicar a Dios como fuente de la verdadera alegría.

Para Pablo, la alegría, puede, es más debe, ser siempre reclamada al creyente porque le ha sido, antes, concedida, como fruto del Espíritu . Siendo el Espíritu el modo de hacerse presente y salvífico Dios en el mundo, la alegría es lo que produce en el creyente esa presencia, siempre que sea por él sentida y consentida: la alegría es fruto y prueba de estar salvado. Poderla experimentar es un modo de saberse salvado en Cristo Jesús.
No es casual, de hecho, que, en griego, alegría (chara) y gracia (charis) provengan de la misma raíz etimológica. La alegría es la forma cristiana de vivir en gracia, es decir, de vivir reconciliados con Dios. Es elemento central de la experiencia cristiana.


Don Bosco, mensajero de la alegría


“Dios es Dios de la alegría”, pensaba san Francisco de Sales. Dicho aún mejor, en Dios todo es alegría, porque todo es don .Don Bosco, lúcido educador cristiano, hizo de la alegría el elemento constitutivo del sistema educativo, inseparable del estudio, del trabajo, de la piedad, el fruto por antonomasia de una práctica auténtica de la pedagogía salesiana.
Necesidad básica de la vida, anhelo íntimamente sentido durante la juventud, la
alegría es, para don Bosco, resultado de una valoración cristiana de la vida.  De la religión,  del amor, de la salvación, de la gracia, no puede surgir más que la alegría, el gozo, el optimismo confiado y positivo. Es, precisamente por ello, que en casa de don Bosco, se hace coincidir la santidad con la alegría, como aparece explícitamente en la biografía de Domingo Savio y en las demás biografías escritas por don Bosco: “El joven – comenta don Caviglia – que se sabe en gracia de Dios experimenta naturalmente alegría”. Don Bosco sabía que los jóvenes por naturaleza tienden a la alegría y tienen necesidad de diversión y juegos, pero para él la verdadera alegría solo es posible en quien vive en gracia. De esta convicción nace su proyecto educativo.



Se quiere felices a quienes bien se quiere: San Pablo y Don Bosco

“Amados míos- escribe Pablo desde Éfeso a los filipenses-, “Dios es testigo de lo entrañablemente que os quiero a todos vosotros en Cristo Jesús” (Flp1,8); “hermanos míos queridos, añorados, vosotros sois mi gozo y mi corona” (Flp 4,1). Y don Bosco: “Aunque aquí en Roma…, mi pensamiento vuela siempre a donde está mi tesoro en Jesucristo, mis queridos hijos del Oratorio”.

No me parece irrelevante que ambos, Pablo y don Bosco, deseen la felicidad a aquellos a quienes aman con predilección. El mandato de alegrarse en Pablo, el servir a Dios con alegría como método de vida en don Bosco, tienen como origen y causa el amor apasionado que cada uno de ellos sentía por los suyos: los predilectos de los apóstoles deben – y pueden – vivir con alegría! Primero se sienten bienamados, después se sentirán felices. Es decir, solo quien ama puede, como Pablo a los filipenses, ordenar que vivan felices; y sabe, como don Bosco, delinear un camino hacia la felicidad. La alegría, impuesta o favorecida, es señal y prueba de amor donado, un amor que es propio de apóstoles educadores.

Precisamente para que la alegría sea compromiso vital, la comunidad debe sentirse amada hasta el extremo. Pablo y don Bosco han reproducido la actitud de Jesús, mostrándose así auténticos apóstoles suyos: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado a vosotros. Permaneced en mi amor… Esto os lo he dicho para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea completa” (Jn 15,9.11)



La alegría, ordenada por el apóstol, facilitada por el educador

“Por lo demás, hermanos míos, alegraos en el Señor” (Flp 3,1); “os lo repito aún –insiste Pablo más adelante – estad alegres” (Flp 4,4).
Don Bosco, en cambio, escribe: “Quiero enseñaros un método de vida cristiano, que sea al mismo tiempo alegre y gozoso…, de forma que podáis decir con el santo profeta David: sirvamos al Señor con santa alegría”.

Exhortar a vivir alegres es tarea de apóstoles de Cristo. Mientras Pablo puede pedir a los suyos, y espera de ellos, que vivan con alegría, porque ya han sido salvados por Cristo Jesús, don Bosco, quizá con mayor realismo práctico e indudable sensibilidad educativa, facilita un ambiente y una precisa metodología para lograr que sus jóvenes sirvan a Dios con alegría.

La finalidad de ambos es idéntica, vivir en el Señor, en lenguaje paulino, o la virtud, la santidad, como prefiere don Bosco. El mérito de don Bosco, en comparación con Pablo, es que él pone a disposición de sus jóvenes un programa pedagógico a su medida y una experiencia cuotidiana de gozosa santidad.


Una alegría que ha de vivirse siempre
“Alegraos en el Señor, siempre” (Flp 4,4), exhorta Pablo. “Vive con alegría”, repite con frecuencia don Bosco. Y añade: “Por otra parte, vemos que quienes viven en gracia de Dios están siempre alegres e incluso en las penas logran mantener el corazón contento. Por el contrario los que se  dan a los placeres viven malhumorados, y se esfuerzan por encontrar paz en pasatiempos, pero son, en realidad, siempre infelices.

Poco antes de repetir el mandato de la alegría (Flp 4,1.4), Pablo ha puesto en guardia a los filipenses para se alejen de esos “perros”: así llama a unos predicadores cristianos que agitaban la vida de la comunidad (Flp 3,2), “auténticos enemigos de la cruz de Cristo” (Flp 3,17). La alegría, cuando queda cuestionada o es combatida en comunidad, ha de ser defendida en comunidad, porque es un don que mantener, una gracia.
No habría que dejar inadvertida la insistencia de don Bosco: se vive siempre alegre y contento, o infeliz y antipático. La diferencia radica en vivir con y sin Dios. La alegría genuina y auténtica resulta imposible a quien no tiene el corazón en paz, pero es un reclamo eficaz para quien carece de ella: el demonio tiene miedo de la gente alegre.

En las palabras de don Bosco la alegría es una experiencia típicamente cristiana:
la felicidad es una vivencia normal…, que se ha de sufrir a veces (cfr. Mt 5,11): quien vive en gracia tiene el corazón contento incluso en la aflicción. La coexistencia de alegría y pena es un precio a pagar por los buenos: don Bosco bien lo sabía. La alegría, cristiana y salesiana, se alimenta de sacrificio, arduo a veces, acogido con sonrisa en los labios, sencillez y desenvoltura, como algo normalísimo, sin actitudes de víctima o héroe.

 “La alegría supera todas nuestras tribulaciones” (2 Cor 7,4), confiesa Pablo a los corintios. Y don Bosco, al fiel coadjutor Enria: “Hoy don Bosco está más alegre de lo normal… Y sin embargo hoy he recibido el más grande disgusto que haya tenido en toda mi vida”.

La defensa apostólica de la alegría del creyente impone la necesidad – advertida por don Bosco – de un verdadero discernimiento sobre cuáles son las verdaderas diversiones y los auténticos placeres. ¡Difícil tarea para el educador de hoy!: El mundo moderno ofrece a los jóvenes mucho placer y diversiones, pero poca alegría. El educador puede estar seguro de haber dado un gran paso adelante en su práctica educativa cuando ha hecho comprender, y mejor aún, experimentar al joven la diferencia que existe entre placer y alegría. Que sea en extremo arduo, no lo hace menos urgente. El salesiano educador debe ayudar a los jóvenes a reconocer y gozar de las alegrías cotidianas: es necesario un esfuerzo paciente de educación para aprender, o para aprender de nuevo, a gustar, con simplicidad las múltiples alegrías humanas que el Creador pone cada día en nuestro camino.


Solo en el Señor es posible la alegría
“Alegraos en el Señor” (Flp 4,4). “Si queréis – repetía a menudo a los jóvenes don Bosco – que vuestra vida sea gozosa y tranquila tenéis que procurar estar en gracia de Dios”.
Don Bosco, como ya antes Pablo, estaba convencido de que una felicidad plena y duradera sólo es posible viviendo en gracia, actuando como cristiano. Sin excluir el valor pedagógico de la alegría, como ambiente para respirar en sus obras, y su falta, como criterio infalible para diagnosticar un malestar o la eficacia educativa, para don Bosco la alegría tiene su fundamente en Dios: “don Bosco ve en ella una manifestación imprescindible de la vida de gracia. La vida en santa alegría es el modo de vida cristiana que don Bosco propone a sus jóvenes.

Precisamente por ello, además de cuidar hasta el detalle otras manifestaciones más vistosas de la alegría en el Oratorio, don Bosco propuso, y defendió, la práctica sacramental como medio ordinario e indispensable de educación integral: “Dígase cuanto se quiera sobre los varios sistemas de educación, pero no encuentro base alguna segura si no en la frecuencia de la confesión y de la comunión. La frecuente confesión, la frecuente comunión, la misa cotidiana son las columnas que deben regir un edificio educativo, del que se quiera tener alejados la amenaza y los castigos”.

Los   miembros de la Familia Salesiana nos sentimos orgullosos de haber recibido de don Bosco una herencia pedagógica que ha sabido hacer de la alegría no ya solo una vivencia cotidiana sino, sobre todo, el camino salesiano hacia la santidad y hacia Dios. No ha de extrañar, pues, que las palabras alegría, alegre hayan obtenido un lugar de honor  en nuestras Constituciones, donde han sido aceptadas como rasgo característico del carisma salesiano.



8 tipos de mujeres con las que los muchachos cristianos no deberían casarse


por J. Lee Grady


1. La no creyente
Ciertamente que, aunque la comunión de fe pueda ser recomendable para muchas parejas,  la iglesia católica no se opone a los matrimonios mixtos. Además, tal como afirma San Pablo en Cor 7,14 el cónyuge no creyente queda santificado por el creyente,  se debe poner la madurez espiritual en lo alto de la lista de cualidades que se desean para una esposa. El Catecismo agrega que “es un gran gozo para el cónyuge cristiano y para la Iglesia el que esta santificación conduzca a la conversión libre del otro cónyuge a la fe cristiana. El amor conyugal sincero, la práctica humilde y paciente de las virtudes familiares, y la oración perseverante pueden preparar al cónyuge no creyente a recibir la gracia de la conversión”. Estadísticamente, la principal causa de conversión al catolicismo por parte de adultos en países de Occidente es que su cónyuge o novio/a pertenece ya a la Iglesia Católica y desean compartir su fe. Pero muchos podrían considerar que lo prudente es que la pareja se bautice o se convierta en la fase de noviazgo y se casen cuando esta fe haya madurado un poco. Se necesita una esposa que ama a Dios más aún de lo que ama a su esposo.


2. La chica materialista
Un amigo mío estaba prometido a una chica de familia rica. Él ahorró durante meses para comprar un anillo a la chica, pero cuando se declaró ella le dijo que debía volver a la joyería y comprar un diamante más grande. Ella le empujó a endeudarse por un anillo que cumpliese sus expectativas. La chica quería un estilo de vida Tiffany con el sueldo Wal-Mart de él. Dije a mi amigo que se estaba metiendo en problemas. A menos que queráis vivir endeudados el resto de la vida, no os caséis con una chica que tiene signos de dólar en sus ojos y 8 tarjetas de crédito en su bolso Gucci.

3. La diva
La  diva es la versión femenina del macho que se cree superior a las mujeres. Piensan que el mundo gira a su alrededor y no se lo piensan dos veces si han de herir a alguien para demostrarlo. Sus palabras son tajantes y sus exigencias chasqueando dedos no son razonables. Algunas de estas mujeres podrían llegar a tener un cargo de responsabilidad en la iglesia, pero no hay que engañarse: los verdaderos líderes son humildes. Si no ves humildad cristiana en la chica con la que sales, retrocede y sigue buscando en otra parte.
4. La Dalila
Te acuerdas de Sansón. Fue ungido por Dios con fuerza sobrehumana, pero perdió su poder cuando una mujer seductora averiguó su secreto y le hizo el corte de pelo más famoso de la historia. Como Dalila, una mujer que no ha entregado su sexualidad a Dios te cegará con sus encantos, romperá tu corazón y te robará la unción. Si la mujer que te atrae viste provocativamente, flirtea con otros chicos, hace comentarios sexualmente inapropiados en Facebook y te dice que está bien el sexo antes del matrimonio, escápate de esa relación antes de que te atrape.

5. La mujer pendenciera
Se trata a menudo de mujeres que arrastran heridas o agravios antiguos, quizá de una vida anterior, y que no “pasan página”. Puede ser un síntoma de que no están dispuestas a perdonar. Si la mujer con la que sales está repleta de ira y de falta de perdón, las discusiones, portazos y dramas arruinarán vuestra vida juntos. Insiste en que busque ayuda, asesoramiento y oración. Mejor vivir en rincón de azotea que en palacio con mujer pendenciera”, se lee en Proverbios 21,9.

6. La controladora
El matrimonio es una empresa conjunta al 50 por ciento y la única forma de que funcione es que ambos, esposo y esposa, practiquen la sumisión mutua: “Sed sumisos unos a otros en el temor de Cristo”( Efesios 5, 21).
Igual que hay algunos chicos que piensan que pueden dirigir un matrimonio como una dictadura, hay mujeres que intentan manipular las decisiones para conseguir lo que quieren. Por eso el asesoramiento premarital es tan importante. No querrás esperar a que lleves dos semanas casado para descubrir que tu esposa no confía en ti y quiere controlarlo todo.


7. La niña de mamá
Es normal que una esposa novata llame a su mamá con regularidad buscando apoyo y consejo. No es normal que la llame 5 veces al día para comentar cada detalle de su matrimonio, incluyendo su vida sexual. He tratado con chicos cuyas esposas permitían a sus madres -¡o padres!- un control total de su matrimonio. El Génesis nos recuerda que el hombre dejará a sus padres y se unirá a su mujer. Los padres deberían quedar muy en la retaguardia del matrimonio de sus hijos. Si tu novia no ha cortado los hilos, vete con cuidado.

8. La adicta
Muchos aún sufren por varios tipos de adicciones: alcohol, drogas ilegales, medicinas, pornografía- ya sea porque no confrontamos estos pecados desde la catequesis matrimonial o porque no apoyamos lo suficiente a estas personas. Jesús puede liberar completamente a una persona de estos hábitos, pero no deberías esperar a estar casado para descubrir que tu esposa no se mantiene sobria. Quizá aún estés llamado a casarte con ella, pero no es sabio llevarla al altar mientras tu novia no haya afrontado en serio sus problemas.


“Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura, la mujer que teme al Señor merece alabanza” (Proverbios 31,30).

Serenidad interior

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por Alfonso Aguiló Pastrana

Es curioso cómo muchas personas piensan que la felicidad es algo reservado para otros y muy difícil de darse en sus propias circunstancias. Corremos el peligro de pensar que la felicidad es como una ensoñación que no tiene que ver con el vivir ordinario y concreto. La relacionamos quizá con grandes acontecimientos, con poder disponer de una gran cantidad de dinero, gozar de una salud sin fisuras, tener un triunfo profesional o afectivo deslumbrante, protagonizar grandes logros del tipo que sea. Pero la realidad luego resulta bastante distinta a eso.

La prueba es que la gente más rica, o más poderosa, o más atractiva, o que mejor dotada está, no coincide con la gente más feliz. Para verlo, basta con echar una ojeada a las revistas del corazón. El dinero y las posesiones son en sí mismas un espejismo de la auténtica felicidad. La fama tampoco aporta demasiado por sí misma; es más, el hombre famoso necesita de una madurez especial para saber asumir bien su encumbramiento, sin que le produzca un desequilibrio emocional (además, es centro de atención de muchas miradas, que le siguen muy de cerca y suelen juzgarle con especial severidad).

Tampoco parece que disponer de un gran talento o gozar de muy buena salud sean el punto clave. Son cosas que pueden favorecer, que pueden crear un clima propicio para sentirse feliz, pero no siempre es así, pues todos hemos visto muchos ejemplos de personas muy inteligentes que han arruinado completamente sus vidas, o de otros que, por el contrario, con ocasión de la enfermedad han descubierto una nueva dimensión de su vida y han madurado y sido mucho más felices.

Tampoco es que para ser feliz haya que ser tonto, enfermo o desafortunado. También entre ésos, como entre todos, unos se sentirán felices y otros no. Parece que la felicidad y la infelicidad provienen de otras cosas, de cosas que están más en el interior de la persona, en el talante con que plantea su vida.

Por ejemplo, muchas veces sufrimos, o nos embarga como un sentimiento de desánimo, o de agobio, o de fatiga interior, y no hay a primera vista una explicación externa clara, porque no hemos tenido ningún contratiempo serio, ni tenemos hambre, ni sed, ni sueño, ni nos faltan la salud o las comodidades que son razonables.

Son dolores íntimos, y si investigamos un poco llegamos a descubrir que están causados por nosotros mismos: muchas de las quejas que tenemos contra la vida, si nos examinamos con sinceridad y valentía, nos damos cuenta de que provienen de nuestro estado interior, de nuestra pereza, de pequeños egoísmos, envidias, susceptibilidades, etc. En definitiva, de errores personales que nos producen una decepción.

Sin embargo, hay que pensar que es precisamente esa decepción la que nos brinda la oportunidad de mejorar y ser más felices. Igual que el dolor físico tiene la inestimable utilidad de avisar de que algo en nuestro cuerpo no va bien, esos dolores de que hablamos nos advierten de que algo en nuestro interior debe cambiar. Es positivo -además de natural- que notemos con intensidad el peso de nuestros errores: si no fuera así, sería muy difícil que nos corrigiéramos.

Quizá el aprendizaje más duro de la vida sea el de la decepción: aceptar que las cosas -empezando por la realidad de nosotros mismos- no son como las queríamos, como las pensábamos, o como nos las habían contado; que las cosas no son tan sencillas, que la vida no es tan fácil. Pero, como ha escrito Enrique Rojas, la conquista de la felicidad no es algo a lo que se llega de modo improvisado o casual; se alcanza tras un largo esfuerzo sobre nosotros mismos, es como una obra de ingeniería personal continuada.




Informe de la Real Academia Española sobre la expresión “violencia de género”

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Madrid, 19 de mayo de 2004

El Proyecto de Ley integral contra la Violencia de Género del Gobierno de España ha llevado a la Real Academia Española a elaborar el siguiente informe sobre el aspecto lingüístico de esa denominación, incorporada ya las Leyes.

  1. Origen de la expresión

  La expresión violencia de género es la traducción del inglés gender-based violence o gender violence, expresión difundida a raíz del Congreso sobre la Mujer celebrado en Pekín en 1995 bajo los auspicios de la ONU. Con ella se identifica la violencia, tanto física como psicológica, que se ejerce contra las mujeres por razón de su sexo, como consecuencia de su tradicional situación de sometimiento al varón en las sociedades de estructura patriarcal.

  Resulta obligado preguntarse si esta expresión es adecuada en español desde el punto de vista lingüístico y si existen alternativas que permitan sustituirla con ventaja y de acuerdo con otras fórmulas de denominación legal adoptadas por países pertenecientes al área lingüística románica y con el uso mayoritario de los países hispanohablantes.

  2. Análisis sobre la conveniencia de su uso en español

 La palabra género tiene en español los sentidos generales de 'conjunto de seres establecido en función de características comunes' y 'clase o tipo': por ej.: “Hemos clasificado sus obras por géneros”; “Ese género de vida puede ser pernicioso para la salud”, etc.

En gramática significa 'propiedad de los sustantivos y de algunos pronombres por la cual se clasifican en masculinos, femeninos y, en algunas lenguas, también en neutros':por ej.: “El sustantivo 'mapa' es de género masculino”.

Para designar la condición orgánica, biológica, por la cual los seres vivos son masculinos o femeninos, debe emplearse el término sexo: Por ej.: “Las personas de sexo femenino adoptaban una conducta diferente” .

Es decir, las palabras tienen género (y no sexo), mientras que los seres vivos tienen sexo (y no género). En español no existe tradición de uso de la palabra género como sinónimo de sexo.

Es muy importante, además, tener en cuenta que en la tradición cultural española la palabra sexo no reduce su sentido al aspecto meramente biológico. Basta pensar al propósito lo que en esa línea ha significado la oposición de las expresiones sexo fuerte/sexo débil, cuyo concepto está, por cierto, debajo de buena parte de las actuaciones violentas.

  En inglés la voz gender se empleaba también hasta el siglo XVIII con el sentido de 'clase o tipo' para el que inglés actual prefiere otros términos: kind, sort o class (o genus, en lenguaje taxonómico)1. Como en español, gender se utiliza también con el sentido de 'género gramatical'2. Pero, además, se documenta desde antiguo un uso traslaticio de gender como sinónimo de sex,3 sin duda nacido del empeño puritano en evitar este vocablo. Con el auge de los estudios feministas, en los años sesenta del siglo XX se comenzó a utilizar en el mundo anglosajón el término gender con el sentido de 'sexo de un ser humano' desde el punto de vista específico de las diferencias sociales y culturales, en oposición a las biológicas, existentes entre hombres y mujeres.4

  Tal sentido técnico específico ha pasado del inglés a otras lenguas, entre ellas el español. Así pues, mientras que con la voz sexo se designa una categoría meramente orgánica, biológica, con el término género se ha venido aludiendo a una categoría sociocultural que implica diferencias o desigualdades de índole social, económica, política, laboral, etc. En esa línea se habla de estudios de género, discriminación de género, violencia de género, etc. Y sobre esa base se ha llegado a veces a extender el uso del término género hasta su equivalencia con sexo: Ejemplos:
  «El sistema justo sería aquel que no asigna premios ni castigos en razón de criterios moralmente irrelevantes (la raza, la clase social, el género de cada persona)»

«Los mandos medios de las compañías suelen ver como sus propios ingresos dependen en gran medida de la diversidad étnica y de género que se da en su plantilla

 Es obvio que en ambos casos debió decirse sexo, y no género.


  3. Documentación de las diversas expresiones usadas en español para expresar el concepto


términos

Documentación Internet (Google)

Documentación CREA 5
Número de casos y, entre paréntesis, número de documentos.
Año primera documentación CREA
violencia doméstica

100 000 documentos
136 (72)

1983

violencia intrafamiliar

45 000 documentos
49 (34)6

1993

violencia de género

37 700 documentos

19 (9)

1993

violencia contra las mujeres

35 800 documentos

17 (11)

1977


violencia familiar

30 000 documentos

34 (25)

1988

violencia de pareja

3000 documentos
1

2001

discriminación por razón de sexo

13 100 documentos

70

1983




Como se advierte a simple vista, la expresión violencia doméstica es la más utilizada, con bastante diferencia, en el ámbito hispánico, doblando a la expresión violencia intrafamiliar, muy frecuente en Hispanoamérica junto con violencia familiar y violencia contra las mujeres.

  Critican algunos el uso de la expresión violencia doméstica aduciendo que podría aplicarse, en sentido estricto, a toda violencia ejercida entre familiares de un hogar (y no solo entre los miembros de la pareja) o incluso entre personas que, sin ser familiares, viven bajo el mismo techo; y, en la misma línea -añaden-, quedarían fuera los casos de violencia contra la mujer ejercida por parte del novio o compañero sentimental con el que no conviva.

  De cara a una «Ley integral» la expresión violencia doméstica, tan arraigada en el uso por su claridad de referencia, tiene precisamente la ventaja de aludir, entre otras cosas, a los trastornos y consecuencias que esa violencia causa no solo en la persona de la mujer, sino del hogar en su conjunto, aspecto este último al que esa ley específica quiere atender y subvenir con criterios de transversalidad.



4. Propuesta de denominación

  Para que esa Ley integral incluya en su denominación la referencia a los casos de violencia contra la mujer ejercida por parte del novio o compañero sentimental con el que no conviva, podría añadirse «o por razón de sexo». Con lo que la denominación completa más ajustada sería LEY INTEGRAL CONTRA LA VIOLENCIA DOMÉSTICA O POR RAZÓN DE SEXO.

  En la misma línea, debiera en adelante sustituirse la expresión impacto por razón de género por la de impacto por razón de sexo, en línea con lo que la Constitución establece en su artículo 14 al hablar de la no discriminación «por razón de nacimiento, raza, sexo...».

  Avala esta propuesta el hecho de que la normativa gemela de países de la lengua románica adopta criterios semejantes.

  Así en el área francófona:

  • En Canadá se discute [texto de 2002] una «Loi de la famille et criminalisation de la violence domestique».
  • En Bélgica existe una ley (24 noviembre 1997) «visant à combatre la violence au sein du couple». Con posterioridad, se ha lanzado una «campagne nationale de lutte contre les violences domestiques».
  • La ministra Nicole Ameline prepara en Francia [2003] una ley que incluye, entre otros aspectos, la «violence à l'égard des femmes».
  • La ley luxemburguesa (8 septiembre 2003) trata «sur la violence domestique».

 En Italia se documentan ampliamente las siguientes expresiones:
  Violenza contro le donne
  Violenza verso le donne
  Violenza sulle donne
  Violenza domestica
  Violenza familiare

  Finalmente, en los medios de comunicación españoles predomina hoy, bien que con titubeos, la denominación violencia doméstica. La opción lingüística que la próxima Ley adopte resultará claramente decisiva para fijar el uso común. De ahí la necesidad, a juicio de la Real Academia Española, de que el Gobierno considere su propuesta.


Notas

1 Oxford English Dictionary (edición electrónica, en www.oed.com), acep. 1.
2 OED, acep. 2.
3 OED, acep. 3.
4 OED, acep. 3b. [
5 Corpus de Referencia del Español Actual (CREA)
6 Uso hispanoamericano.



    

Juan Bosco, escritor de Vidas Ejemplares



(Adaptación)
por Aldo Giraudo,sdb

La vida de Domingo Savio y los rasgos biográficos de Miguel Magone (1861) y Francisco Besucco (1864) son de los documentos pedagógicos y espirituales más importantes de don Bosco, eficaz ilustración narrativa de las convicciones y de la práctica formativa del santo, en los primeros veinte años de su actividad.

Nos presentan a tres muchachos, diversos entre sí, muy enraizados en la cultura del tiempo y al mismo tiempo significativos por la frescura y la vivacidad, la capacidad de reflexión, la calidad de su apertura espiritual, la determinación y el empuje generoso que caracteriza el espíritu adolescente de siempre. El autor los pone en escena como discípulos dóciles y ardientes de educadores dedicados y afectuosos. Nos presenta las etapas del breve recorrido de su vida, en los diversos ambientes de su formación, en las relaciones cotidianas, en los compromisos y en los sentimientos.

1. Importancia
Estos escritos ofrecen los elementos esenciales para comprender el corazón del mensaje educativo de don Bosco: la religiosidad como centro unificante y vitalizante del camino formativo; la comunión de vida paterna y fraterna del educador con los alumnos; el tejido dinámico de amor, alegría y compromiso; la eficacia de la implicación activa de los jóvenes en la comunidad; la importancia estratégica de los espacios ofrecidos a su protagonismo. Son considerados una síntesis pedagógica ya madura, en la cual lo divino y lo humano, lo sobrenatural
y lo natural, el deber y la alegría, con modalidades tipológicas diversas, alcanzan una perfección que es característica en el sistema educativo de don Bosco.

Los comentaristas han clasificado tales obritas en el área de las biografías edificantes y de los modelos ejemplares de vida. De este modo las presenta el autor. Pero viéndolas bien, ellas son al mismo tiempo documentos autobiográficos de grande eficacia representativa: nos permiten observar a don Bosco educador cristiano en acción; nos introducen en sus cuadros mentales y en
su visión, nos ponen en contacto con sus aspiraciones interiores; nos revelan la mirada sorprendida, afectuosa y al mismo tiempo muy respetuosa, dirigida a los jóvenes protagonistas.

De las tres, la “Vida” de Domingo Savio es la que tuvo mejor suerte y un influjo importante más allá de los confines del mundo salesiano, por la eficaz presentación de la calidad moral espiritual del muchacho, por el entretejido dinámico entre la santidad del protagonista y la conducción del Maestro, por la notoriedad que tuvo derivada del éxito de los procesos de beatificación y canonización. Es un libro exitoso, en el cual, junto a la bella presentación del protagonista, encontramos la mejor representación de la pedagogía total de don Bosco.

Menos conocido es “Rasgos biográficos” sobre Miguel Magone, a pesar de que el muchacho nos parece más simpático, porque es más “natural” y un producto más exclusivo de la intervención de don Bosco. Su biografía nos parece la menos alejada de la imagen común de los jóvenes y representa en la sucesión de los capítulos, las etapas esenciales de la que debería ser la más común vida espiritual juvenil en la perspectiva del santo educador.

Casi del todo desconocida es la “Vida” de Francisco Besucco, el Pastorcillo de los Alpes, probablemente por la prolijidad de la parte dedicada a la primera infancia y a le educación recibida en familia y en la parroquia montañera de Argentera (15 capítulos recabados casi literalmente de la relación del párroco), tal vez también por el poquísimo tiempo que transcurrió en el Oratorio y por su apariencia un poco ingenua, a veces simplona, poco conforme a la imagen convencional del alumno salesiano.

En las tres “Vidas” el Oratorio aparece como una isla de fervor educativo, de laboriosidad y de tensión espiritual.



3. ¿Para quién escribe don Bosco?
En la elaboración de estas tres “Vidas”, don Bosco tiene intenciones claras en relación con los lectores a los cuales de dirige y a las circunstancias en las que las produce. Antes que nada selecciona la sus interlocutores, para quienes narra y con los cuales se entretiene, pero en función de un mensaje dirigido a un auditorio que sabe que es mucho más vasto. Para comprender el contenido de su obra y sus intenciones debemos tener en cuenta a los lectores concretos de la forma en que se presentan a la mente del autor.

Los destinatarios principales están señalados en la carta introductoria que sirve de proemio: los “queridísimos jóvenes” a los que se dirige son los estudiantes de Valdocco, compañeros y amigos de Domingo Savio, de Miguel y de Francisco. Don Bosco ha emprendido este trabajo a petición de ellos. Este detalle es importante porque permite enlazar el texto con el contexto vital, la narración con el horizonte de referencia, con valores y anhelos compartidos por el autor y los interlocutores. Se habla de compañeros conocidos y amados: se evocan opciones de vida, amistades, ejemplos y palabras de las que fueron testigos. Los lectores se mueven en los mismos ambientes y reconocen situaciones que cotidianamente les atañen: la misa matutina, las clases y el estudio, las palabritas de las buenas noches, los encuentros con el confesor, sus palabras afectuosas o severas, las emociones probadas en el ejercicio mensual de la buena muerte, durante las novenas o las fiestas. También ellos, como los protagonistas, viven la misma condición de pobres. Página tras página se encuentran con nombres y caras conocidas. Sobre todo están en grado de percibir en la voz del narrador, el eco de una voz conocida, la de don Bosco. Luego después de muchos años, leyendo aquellas líneas, volverán a oír el sonido de sus palabras, con sus peculiaridades propias y recordarán el singularísimo ascendiente que tenía sobre ellos.

Sin embargo, a la conciencia del autor, el auditorio se presenta de hecho mucho más vasto: está constituido por  variada multitud de los lectores; se trata sobre todo de la multitud de jovencitos que frecuentan los primeros niveles escolares, o los que estudian latín con el deseo de realizar sus proyectos de vida; son muchachos de la clase popular que todos los días, como Domingo Savio, empujados por el deseo del progreso social y cultural o por la atracción vocacional, recorren los senderos de las campiñas y las calles de las ciudades para llegar a la escuela. Ellos pueden reconocerse en la psicología de los protagonistas, experimentan las mismas tribulaciones y las mismas alegrías, prueban emociones espirituales.

Impregnados por el espíritu de su tiempo, tienen el gusto de la totalidad, se sienten atraídos por el sentimiento religioso y de las prácticas de devoción, sienten impulsos interiores y deseos de heroísmo, son sensibles a la ética del deber y al esfuerzo de la voluntad, les gusta fundamentarse en la austeridad. Leyendo los diálogos, perciben el eco de las pláticas familiares. En los acontecimientos narrados captan también un reflejo fiel de los peligros y de las amenazas con las que se topan en la vida cotidiana, como las insinuaciones o las prepotencias de los malos compañeros, las tentaciones de la evasión del deber, las enfermedades frecuentes, la muerte de amigos muy queridos.

En fin, los muchachos del oratorio y sus coetáneos encuentran representada en estas biografías su existencia cotidiana y su proyectos, una sociedad y una cultura, una mentalidad y un estilo de vida, una ritualidad y una racionalidad típicas de un territorio humano y de un periodo bien definido de la historia social y religiosa.
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El testimonio biográfico se convierte en plenamente autobiográfico. Don Bosco, narrando las aventuras de sus alumnos, nos habla de sí y del ambiente educativo creado en Valdocco; deja ver la intensidad y la importancia de las relaciones, de las atenciones en el respeto de la individualidad, reconstruye el clima de los encuentros, ilustra las experiencias propuestas y el modo en que se involucran activamente los jóvenes. Todo esto permite a un lector atento captar mensajes más profundos, comprender la función del educador en el sistema de don Bosco en cuanto engranaje patente de toda la máquina educativa. Esta amalgama de historias y reflexiones produce un género literario que se da en llamar “obras morales”: las tres “Vidas”, como otras obras del santo, son ante todo testimonios de espiritualidad y de pedagogía narrativa, un manifiesto de educación cristiana. La finalidad que se propone el santo educador con estos escritos no es reconstruir una biografía en sus detalles, según los cánones historiográficos científicos, sino ofrecer, a través de la narración de eventuales momentos de la vida de los tres jovencitos, observados con su lente de educador y pastor, un mensaje práctico, un comportamiento que sirva de ejemplo. El género biográfico edificante, con su concisión, le proporciona un instrumento idóneo para enfocar mensajes y comportamientos virtuosos.
Gracias a este género literario, quien se acerca a estos escritos de don Bosco encuentra un testimonio de vida real y al mismo tiempo la presentación eficaz de una praxis educativa ejemplar.

Hoy los destinatarios principales de estas biografías son los educadores que se quieren inspirar al método de don Bosco; a ellos corresponde la tarea de profundizar críticamente el mensaje para una interpretación y actualización operativa.

Claves interpretativas de las “Vidas”
Como discípulos de don Bosco y educadores de los jóvenes, frente a estas pequeñas biogafías se ponen en marcha itinerarios de lectura diversos y estimulantes:
o   ¿cómo pueden ser reformulados hoy los elementos esenciales del programa formativo propuesto por don Bosco?
o   ¿Cuál es el modelo de integración educativa entre familia, parroquia, escuela y Oratorio?
o   ¿Cuáles son las características del ambiente educativo y cuáles son las actitudes que cualifican al educador delineado en estas obritas?
o   ¿En qué modo el santo se pone en relación con sus alumnos? ¿Cómo los acompaña en los momentos críticos?
o   ¿Cuáles son las formas de la implicación activa de los educandos en el cuidado formativo de los compañeros?
o   ¿Qué relación pone el autor entre educación, formación cristiana y vida espirtual?

En el análisis de las escenas en las cuales está descrita la relación personal entre don Bosco y los protagonistas, se encuentran las pistas para captar dinámicas, actitudes y respuestas.

Invitación a la lectura
¿Por qué leer hoy estas biografías edificantes? Primeramente porque son un precioso ducumento de vida, una narración de don Bosco sobre la experiencia de los tres protagonistas reservada a lectores atentos. A través de ellas podemos introducirnos en su mundo interior, acceder a sus experiencias y preocupaciones, entender cuánta confianza él ponía en los recursos del alma juvenil. Hay que leerlas también porque son un espejo de un humanismo educativo que conviene considerar hoy, de una fascinante cultura del espíritu que la pátina del tiempo no ha oscurecido. En su simplicidad restituyen un respiro moral, un entusiasmo educativo y una tensión pastoral, de cuya contemplación hemos de aprender mucho para no dejarnos sumergir en el desencanto y en la mediocridad. Son la expresión de una propuesta formativa, de una metodología y de una espiritualidad que nos parece tan alejada del mundo juvenil de hoy, pero que sentimos importante: es lejana por la distancia temporal y cultural, por la desaparición de la tensión moral e ideal que caracterizaba la juventud del Ochocientos; sin embargo conserva su importancia por la fuerza carismática y profética que contiene, por los estímulos de que es portadora, por las saludables sacudidas que puede suscitar en nuestra conciencia de educadores.

¿Cómo leerlas? Con afecto, curisidad y respeto. El afecto de los hijos por la memoria de un padre amado, por la herencia espiritual y el patrimonio de experiencia y sabiduría que ha dejado; la curiosidad del explorador que remonta la corriente de un gran río para descubrir la fuente y beber en la pureza de sus aguas; el respeto con el cual el autor, que es también confidente y confesor, se ha acercado a la intimidad ardiente de aquellas jóvenes almas, ha recogido las confidencias y propósitos y ha contemplado, sorprendido, el progreso.

Hay que leerlas también con apertura mental, con atención y sensibilidad. La apertura mental es antes que nada honestidad intelectual y abandono de todo prejuicio, comenzando por ese insidioso sentido de superioridad cultural y teológica que frecuentemente se transparenta en las investigaciones sobre las experiencias religiosas del pasado, las que llamamos “populares” y “devocionales”; la atención implica un estudio cuidadoso del texto, de su organización, de sus posibles niveles de lectura, de sus alusiones; la sensibilidad se traduce en el esfuerzo por un acercamiento empático a los personajes, en la escucha de las repercusiones de la narración sobre nuestro espíritu, en la atención a las razones de don Bosco, a los diversos acentos que él pone aquí y allá.


Las “Vidas” no son solamente monumentos a la adolescencia del buen tiempo pasado, miniaturas preciosas de una realidad educativa en su fase carismática: constituyen una mediación eficaz para entrar en aquel mundo conducidos de la mano del narrador y dejarnos instruir por él.