Autoridad y Poder


Francisco


Concepto de autoridad

Autoridad es la capacidad de una persona de conducir a otras hacia un fin determinado.
La palabra autoridad tiene la misma raíz que autor. Autor es quien da algo, porque posee dominio sobre lo que da. Por ejemplo, el piloto de un barco es quien tiene la capacidad (poder) de gobernarlo, pues en él reside el conocimiento (autoridad) para determinar el rumbo.

Poder, entonces, es el efecto de la autoridad.

La milenaria experiencia histórica de la humanidad  muestra  que siempre que existe vida social, también existe autoridad. La sociedad es una realidad compleja compuesta de partes, y debe existir un elemento capaz de asegurar la unidad y cohesión entre las mismas. La autoridad debe coordinar y ordenar las acciones de los individuos  y grupos con referencia al fin social que ha de procurarse, que no es otro que el bien común.

Cada ciudadano es capaz, en condiciones normales, de subvenir a las exigencias de su conservación, de su trabajo, de la constitución de su hogar, etc. Pero resulta evidente que no todo ciudadano o padre de familia, puede desempeñarse eficazmente como ministro de economía o legislador. Tales funciones requieren un conocimiento pormenorizado y una prudencia mayor, puesto que los intereses en juego son más importantes. Por ello la sociedad política asigna a un grupo de personas el ejercicio del poder público.




Dios es el autor del orden natural y  ha dispuesto las cosas de tal suerte que la autoridad forma parte esencial de su plan providencial; en tal medida, ha de afirmarse que Dios es el origen de toda autoridad humana.
Si la autoridad viene de Dios, nada más evidente que la obligación de obedecer a los poderes legítimos. Aún cuando el que detente el poder sea moralmente indigno, mientras esté constituídos legítimamente en el poder y no prescriba alguna cosa injusta o perversa, la obediencia es obligatoria. Como ejemplo de ello basta recordar que  cuando San Pablo explicaba que no hay poder que no venga de Dios, y que quien resiste al poder, a Dios resiste, porque el gobernante es ministro de Dios, en ese mismo momento reinaba el tirano Nerón. (Cf. Rom 13,1)

Legitimidad del poder

Quien ejerce el poder en una sociedad política, no lo hace como un mero hecho de fuerza bruta, sino como función jurídicamente encuadrada. Entonces, el poder público se justificará cuando en su ejercicio tienda al fin para el cual existe. Tal es la llamada legitimidad de ejercicio que se refiere al modo en que el gobernante ejerce el poder: si procura el bien común será legítimo en su ejercicio, (aunque el gobernante haya accedido al cargo por vía de un golpe de Estado, o como resultado de una guerra). 

Normalmente, el consenso social prolongado, en un clima de cierta tranquilidad pública, revela tácitamente  la legitimación de un gobernante.
En cambio, ejercer el poder injustamente, en violación al derecho, en contra del bien de la comunidad, etc., hace decaer esa legitimidad. Si tal ilegitimidad se torna permanente, grave y dañina para la comunidad, ésta tiene derecho a defenderse, resistiendo al gobernante que ha desviado el ejercicio del poder, y, eventualmente, deponerlo.

Hay otra forma de legitimidad del poder, que se llama legitimidad de origen que se refiere al modo como ha llegado al poder  el gobernante que lo ejerce: hay legitimidad de origen, cuando el gobernante ha accedido al poder de acuerdo con el procedimiento previsto en las normas vigentes.

De todo esto se puede concluir lo siguiente: un gobernante con ilegitimidad de origen (que accedido al poder por una vía no prevista legalmente), puede tener legitimidad de ejercicio (pues gobierna con justicia). A la inversa, un gobernante con legitimidad de origen (que accedió al poder según el procedimiento legal), puede perder la legitimidad de ejercicio (pues gobierna injustamente).



¿En qué medida un ciudadano debe acatar una ley injusta y respetar a la autoridad pública que la ha promulgado?  La doctrina establece cuatro tipos o grados de resistencia, que permiten matizar la aplicación de los principios, según las circunstancias y el juicio prudencial:

Resistencia pasiva: consiste en negarse a obedecer las leyes injustas, que serán tales, cuando se aparten o contradigan las exigencias del bien común, o cuando desconozcan un derecho fundamental de la persona.
Hay leyes que son malas en sí mismas, como las que autorizan el aborto o la eutanasia. También es lícita la resistencia pasiva, frente a medidas económicas que implican un evidente perjuicio para el interés nacional (privatizaciones), o un perjuicio a los bienes particulares (congelación de depósitos bancarios).La resistencia pasiva es, no sólo un derecho, sino también un deber.

Resistencia activa: se subdivide en dos tipos, a saber:
o   Resistencia legal: consiste en emplear todos los medios que la ley acuerda, para impedir la aplicación de una medida de gobierno, o lograr su modificación o derogación, según los casos. Ejemplos: derecho de peticionar ante las autoridades; gestionar la declaración de inconstitucionalidad, de parte de los jueces; organización de campañas de opinión y firma de petitorios; huelgas, etc.



o   Resistencia activa de hecho: supone el empleo de medios físicos. Ejemplos: rechazo, por la fuerza, de la ocupación de propiedades; cruce de vehículos sobre las rutas o calles; huelgas con cesación de servicios o toma de edificios públicos, etc.