La obediencia de Don Bosco




Sin obediencia no hay vida religiosa. “Si le sacáis las costuras al saco-dice Don Bosco- el saco lo deja escapar todo. Así también, si el religiosos no tiene la costura de la obediencia, no puede conservar virtud alguna y cesa de ser religioso”.

Don Bosco deseaba ser religioso para obedecer, para ser súbdito, porque estimaba y amaba grandemente la virtud de la obediencia que practicó de manera ejemplar y heroica.

1.      obediencia a mamá. Don Bosco recomendaba la obediencia a los padres. Decía con toda verdad: Mirad, yo mismo que soy el director de la casa, obedezco a Mamá Margarita y la respeto; jamás hice nada sin su permiso”. Sus compañeros de infancia afirman que fue de una obediencia extraordinaria, tanto que las madres lo señalaban como ejemplo a sus hijos.

2.      obediencia al confesor. Don Bosco mientras vivió se sometió dócilmente a las indicaciones de su confesor, Don José Cafasso, y de él dependía tanto para  regular su conciencia como para las obras que realizaba.


3.      obediencia a sus superiores. Obediencia y sumisión reverente y filial a su Obispo y al Papa, de manera tan incondicional que alcanzó las más altas formas de heroísmo en los años de incomprensión y de pruebas.


Pero Don Bosco quiere que la obediencia sea cordial, alegre, y quiere también una obediencia de juicio, es decir, que no se contente con el legalismo formal, sino que haya aceptación interior del mandato del superior: estar persuadido de que en la cosa mandada está la voluntad misma de Dios, y ofrecer entonces así,  a Dios, el homenaje de la completa sumisión, exterior e interior.