Líderes verdaderos y líderes falsos


por D. Alfonso López Quintás


Clases diversas de líderes
Cabe distinguir clases diversas de líderes en función de la actividad que ejercen, la preparación que tienen, la tendencia a defender la verdad o a propalar la falsedad, la meta que persiguen... Una persona puede ejercer funciones de líder en ámbitos diferentes -el familiar, el grupal, el nacional, el internacional...- y respecto a vertientes de la vida distintas: la económica, la artística, la política, la ética, la educativa, la religiosa...

·        Existe el líder político, que presenta un programa de acción, recluta adeptos y aspira al poder con el fin de modelar la sociedad de la forma que juzga más adecuada.

·        Un profesor está llamado también a ejercer un modo peculiar de liderazgo, ya que por vocación y profesión debe orientar a niños y jóvenes a descubrir las leyes de la vida personal, que son las normas que rigen los procesos creativos.

·        De modo análogo, deben ser líderes un sacerdote, un escritor, un padre de familia...

·        Quienes configuran la opinión pública a través del arte, la literatura, el pensamiento, los medios de comunicación social... pueden y deben ejercer función de líderes.



En sentido estricto, se entiende por líderes las personas bien dotadas que conocen profundamente la vida humana -vista como un nudo de relaciones- y saben ofrecer a los demás claves certeras de interpretación de la misma. Merced a tal orientación, otras personas menos formadas pueden desempeñar el papel de guías respecto a las personas y grupos de su entorno.

Aún sin contar con la preparación intelectual y las posibilidades de comunicación de los grandes líderes, multitud de personas sencillas se hallan en disposición de fundar a su alrededor, con su ejemplo y su palabra, un clima propicio al desarrollo de los seres humanos y al fomento del auténtico progreso. Con frecuencia, personas consideradas como líderes sociales se autodenominan "progresistas" al tiempo que entorpecen la marcha de los pueblos hacia su plenitud. Innumerables personas del pueblo se niegan, de forma tácita, a aceptar ese concepto de "progreso" y continúan configurando la vida diaria mediante una conducta regulada por valores elevados. Su experiencia cotidiana, inspirada en el buen sentido y en criterios morales y religiosos recibidos de sus mayores, les permite ver que el hombre progresa de veras cuando se ajusta a las exigencias de su propia realidad personal. Con su conducta callada, su voluntad de servicio y su actitud acogedora, estas personas sensatas pueden guiar eficazmente a otras hacia el Humanismo de la unidad y contribuir, así, a configurar la nueva época que autores eminentes nos están invitando a crear.

Muy a menudo, los líderes políticos dedican serios esfuerzos a cultivar su "imagen" con el fin de ser considerados como "carismáticos". Olvidan que el único carisma auténtico de un político consiste en ofrecer confianza. Y ésta es suscitada por la eficacia, la coherencia, la veracidad. El que se limita a aderezar su imagen para ejercer el arte de seducir al pueblo no es un líder auténtico; es, más bien, un embaucador, pues exalta a las gentes al tiempo que las somete a toda suerte de servidumbres espirituales.

Líder auténtico es el guía que orienta a alguien hacia lo que constituye un bien para su vida. Puede ser un bien parcial -de tipo económico, cultural, deportivo...-, o un bien que afecta al conjunto de su persona. El máximo bien de un ser humano es el desarrollo pleno de su personalidad.

Líder falso es el guía que conduce a las personas por vías que reducen su dignidad, amenguan sus defensas y las dejan a merced de los afanosos de poder. Esta actividad envilecedora puede afectar a ciertos aspectos concretos de la vida -económico, político, cultural...- o bien a lo esencial de la misma, a su sentido más hondo.

El líder verdadero promueve el poder creativo de las personas y contribuye, de este modo, a que se unan entre sí mediante la creación de estructuras fecundas. El líder falso procura restar capacidad creativa a las gentes, a fin de que pierdan libertad interior, por no ser capaces de interiorizar el deber, es decir, convertir en íntimas las normas que les vienen sugeridas de fuera. Esa falta de creatividad las lleva a depender de instancias externas y ajenas. Tal dependencia las gregariza y masifica.

He aquí una clave de interpretación de la vida humana: Cuando la actividad de un dirigente torna gregario al pueblo, estamos ante un líder falso. El guía verdadero otorga a las personas que lidera poder de discernimiento y de iniciativa, capacidad de ser autónomas y solidarias al mismo tiempo.

Se subraya, con frecuencia, la obligación que tenemos los ciudadanos de tomar iniciativas en la configuración de la vida comunitaria, pero apenas se destaca que el pueblo se convierte fácilmente en masa amorfa si no cuenta con guías bien intencionados que le ayuden a descubrir el ideal verdadero y dar, de este modo, impulso y sentido a su vida.



Si, por ejemplo, un profesional de los medios de comunicación moviliza el poder de que dispone con el fin exclusivo de aumentar la audiencia e incrementar sus beneficios, corre peligro de no cuidar la calidad de los productos que ofrece y convertirse en un antilíder. Líder auténtico no es sencillamente el que tiene capacidad de guiar a las gentes, sino el que las conduce a su pleno desarrollo, que constituye su bien, su auténtica meta. El ilusionista que tergiversa los conceptos y los vocablos para llevar a las personas a su particular molino ideológico priva a éstas de la capacidad de pensar con precisión y elegir lúcida y libremente el verdadero camino de su plenitud personal.