Treinta máximas de Don Bosco
Alegría
1 Para nosotros la base de toda santidad consiste en estar siempre alegres.
2 Alegría, estudio y piedad: es el mejor programa para hacerte feliz y que más beneficiará tu alma.
3 Muéstrate siempre alegre, pero que tu sonrisa sea sincera.
4 Para ser bueno basta practicar tres cosas y todo te resultará a pedir de boca. ¿Cuáles son estas tres cosas?: Alegría, estudio y piedad.
5 Estando siempre alegres, ni cuenta nos daremos qué pronto pasa el tiempo
6 El demonio no puede resistir a la gente alegre.
7 Mientras conservéis vuestra alegría, os alejaréis del pecado.
Amistad
8 Sin sonrisa no es posible demostrar amistad.
9 ¡Cuántas almas se pueden atraer con el buen ejemplo!
10 No os fiéis de la amistad de los que hablan mal de sus superiores o que tratan de alejaros de vuestros deberes.
Amor
11 Los jóvenes... se muestran muy dóciles cuando están convencidos de que la persona que les manda los ama.
12 Sin cariño, resulta estéril toda educación.
Autoridad
13 Recomendamos siempre la obediencia a la autoridad civil, porque quien gobierna está puesto por Dios para mandar.
14 Respetad todas las autoridades constituidas como ciudadanos, pero como católicos depended del Sumo Pontífice.
Bien
15 Ser bueno no consiste en no cometer ninguna falta, sino en saber enmendarse.
16 Nuestra vida es tan fugaz, que apenas nos alcanza el tiempo para hacer el bien.
Caridad
17 Yo os aseguro que quien no da lo superfluo, defrauda al Señor.
18 Demos bastante si queremos conseguir mucho.
19 Proteged a los pobres, si queréis llegar a ser ricos.
Castidad
20 Si alguno moralmente no está seguro de poder conservar la castidad, por caridad, no intente hacerse sacerdote ni religioso.
21 Vino y castidad no pueden estar juntos.
22 Humildad, obediencia, castidad, serán siempre agradables a María Santísima.
23 Medios positivos para conservar la castidad: oración, evitar el ocio, frecuentar los Santos Sacramentos y ser cuidadoso en las cosas pequeñas.
Ceremonias
24 El recogimiento religioso y devoto durante las ceremonias sagradas es de grandísima edificación para los fieles; además de que la santidad del acto lo requiere así.
Cielo
25 Caminad con los pies en la tierra, pero teniendo la mirada y el corazón en el cielo.
26 Si el pensamiento del infierno es aterrador, que nos llene de consuelo la esperanza del Paraíso, en donde se gozan todos los bienes.
Comunión
27 Mostradme un jovencito que frecuente la Confesión y Comunión; lo veréis florecer en su juventud, llegar a una edad viril y alcanzar, si así place a Dios, la más avanzada edad, con una conducta que será para ejemplo de quienes lo conocen.
28 Quien no se acerca a la Comunión con un desprendimiento de afectos mundanos y no se arroje incondicionalmente en los brazos de Jesús, no podrá sacar los frutos que teológicamente se sabe que deben ser los efectos de la Comunión.
Confesión
29 Las confesiones que no dan fruto, no son buenas.
La adicción a internet
por el P. Jorge Enrique Mújica, LC (México)
Qué
se entiende por « adicción a internet »
La adicción a internet entra en la
categoría de «nuevas dependencias» conocidas también como dependencias no químicas o de
comportamiento, es decir, conductas de dependencia no ligadas a una sustancia
específica.
El objeto de la dependencia es un
comportamiento o actividad lícita o al menos socialmente aceptada como
trabajar, comprar, jugar, etc. Se puede hablar, por tanto, del desarrollo de
una adicción
sin
dependencia en cuanto que sólo implica la necesidad de poner en acto
determinados comportamientos pero hay ausencia de una dependencia física
verdadera y propia.
Las «dependencias de comportamiento» y
las «dependencias químicas», sin embargo, tienen algunos factores comunes:
1) imposibilidad de resistir al impulso
de poner en práctica un comportamiento compulsivo (compulsividad);
2) la sensación creciente de tensión que
precede al inicio del comportamiento;
3) placer o paz durante la puesta en
acto del comportamiento.
Los elementos comunes tocan
esencialmente modificaciones
psicopatológicas que se producen en el individuo que se hace
dependiente de la red como pueden ser: pérdida de las relaciones
interpersonales, cambio de humor, cognición orientada al uso del medio,
alteración de la percepción del tiempo con fenómenos disociativos.
Criterios
para diagnosticar dependencia a internet
Entre los factores que facilitan el
comienzo de estas dependencias se encuentra
·
la
accesibilidad (fácil e inmediata a todo servicio, con gratificación instantánea
ante cualquier necesidad por pequeña que sea),
·
el
control (se puede ejercer un elevado control sobre nuestras actividades online,
no separadas de una irreal percepción de omnipotencia)
·
la
excitación (podemos someternos a una extraordinaria cantidad de estímulos y, en
consecuencia, llegar fácilmente a un estado de excitación).
Según Goldberg [1] la dependencia de
internet es un síndrome que se manifiesta con:
·
la
necesidad de transcurrir un tiempo cada vez mayor en red para obtener
satisfacción;
·
una
marcada reducción de interés por otras actividades que no sean internet;
·
el
desarrollo, después de la suspensión o disminución del uso de la web, de
agitación psicomotriz, ansia, depresión, pensamientos obsesivos sobre lo que
está pasando online, etc.;
·
la
necesidad de acceder a la red siempre más frecuentemente o por periodos más
prolongados respecto a la intención inicial;
·
la
imposibilidad de interrumpir o tener bajo control el uso de internet;
·
la
inversión de grandes cantidades de tiempo en actividades relacionadas con la
web;
·
el
continuar usando internet no obstante el conocimiento de problemas físicos,
sociales, laborales o psicológicos provocados por ese uso.
¿Qué indicios se pueden tener para
considerar que una persona presenta una adicción a internet? Diversos autores
ofrecen algunos criterios:
·
Para
Young [2] es necesario que se presenten 5 o más respuestas positivas a las
siguientes interrogantes:
·
¿Te
sientes excesivamente absorbido por internet (piensa a la conexión anterior o
planificas la siguiente sesión online?
·
¿Sientes
la necesidad de pasar más tiempo conectado a la red para obtener la misma
satisfacción?
·
¿Has
intentado repetidamente controlar, reducir o interrumpir el uso de internet,
pero sin éxito?
·
¿Te
sientes inquieto, nervioso, deprimido o irritable cuando intentas reducir o
interrumpir el uso de internet?
·
¿Permaneces
online por mucho tiempo más de lo que inicialmente querías?
·
¿Has
corrido el riesgo de perder relaciones importantes (el trabajo, la escuela o la
carrera) por culpa de internet?
·
¿Has
mentido a familiares, al terapeuta o a otros para esconder la magnitud de tu
participación en la red?
·
¿Usas
internet como medio para escapar de los problemas o para aliviar el mal humor
(sentimientos de impotencia, culpa, ansia, depresión, etc.)?
Según Cantelmi-Talli [3] es necesario
que se presenten al menos dos de los siguientes síntomas en su modalidad «encubierta»
y «manifiesta» y por un periodo de al menos 6 meses:
encubierta:
1.
Elevado tiempo de permanencia online no justificado por razones de trabajo o
estudio.
2.
Manifestaciones sintomáticas offline (por ejemplo nerviosismo, irritación,
depresión, etc.).
3.
Consecuencias negativas debidas al uso excesivo de internet (por ejemplo
aislamiento social, escaso rendimiento laboral, etc.).
manifiesta:
1.
Incontrolable impulso a conectarse a internet.
2.
Repetidos intentos de controlar, reducir o interrumpir el uso de internet.
3.
Frecuentes mentiras relativas al uso excesivo de internet.
Finalmente, la American Psychological
Association ofrece 9 criterios para diagnosticar una dependencia de internet, a
saber:
1. Preocupación relacionada con
internet;
2. Síntomas de abstinencia cuando se
interrumpe el uso;
3. Tolerancia (necesidad de transcurrir
siempre más tiempo en internet para obtener la misma satisfacción);
4. Intentos de controlar el uso de
internet;
5. Permanencia de un uso excesivo de
internet no obstante el conocimiento de los problemas psicosociales negativos
que eso comporta;
6. Pérdida de otros intereses;
7. Uso de internet para escaparse o
mejorar un estado de humor;
8. Engañar a los demás por cuanto
respecta a la cantidad de tiempo invertido online;
9. Comprometer una relación
significativa (de trabajo, de oportunidades de estudio o de carrera) a causa
del uso de internet.
Formas
de dependencia de internet
Se conocen al menos cinco distintos
tipos de adicción a internet:
1) cyber-sex
addiction : consumo de pornografía por medio de la web
2) cyber-relational
addiction: trastorno de las relaciones humanas al grado de ser casi
completamente mediadas o sustituidas por la web
3) juegos de línea online,
4) adicción a la información: consumo
indiscriminado de noticias sin finalidad concreta ni utilidad ulterior
5) net compultion: se relaciona, por un
lado, con la adicción a las compras en internet y, por otro, al abocarse
obsesivamente al trabajo propio de oficina que precisa de la conexión a la web.
Principales
consecuencia de la dependencia
Como es de esperarse, las dependencias
tienen consecuencias en las vidas de quienes las padecen. Estas pueden ser de
cinco tipos:
Físicas
o de salud:
reflejadas en problemas de sueño (causadas por la exposición prolongada del
sujeto a internet hasta elevadas horas de la noche, lo que altera el ritmo
normal del sueño), cansancio (provocado por la falta de horas de descanso),
debilitamiento del sistema inmunitario (consecuencia de la irregularidad del
sueño), irregularidad de la comida, escaso cuidado del cuerpo e higiene [4],
dolores de cabeza, de espalda, cansancio de los ojos y desarrollo del síndrome
del túnel Carpiano (debido a la posición del brazo para sostener el mouse).
Laborales-académicos: quien pasa
conectado a internet hasta elevadas horas de la noche difícilmente podrá tener
un adecuado rendimiento en la escuela o en el trabajo por causa del cansancio.
De hecho, los estudiantes que abusan de internet presentan un declive en el rendimiento
escolar. En el ámbito laboral, cada vez más trabajos amenazan con despido a
quienes usan la web para fines no relacionados con el propio trabajo.
Familiares: disminución del
tiempo disponible para dedicar a las personas significativas y a la familia; se
destruyen las relaciones entre padres e hijos, pero sobre todo son los
matrimonios los que resientes más la interferencia de un uso patológico de la
red. Muchas veces nacen relaciones sentimentales online y son estas las que
ponen en crisis la estabilidad de la pareja, la cual muchas veces llega al
divorcio.
Financieras: es
comprensible que quien duerme poco tenga limitaciones para trabajar. Y en el
ámbito laboral quien rinde poco gana menos o, simplemente, es despedido. Por
otra parte, las crisis financieras están relacionadas en este ámbito al uso del
dinero que se posee para el consumo de pornografía, juegos u otro tipo de
compras compulsivas en la red.
Espirituales (relación con
Dios): siendo como es que las consecuencias de las patologías tocan a todo el
hombre, es comprensible que éstas también tengan manifestaciones en la vida
espiritual. Estas pueden ir desde una cierta acedia hasta una dificultad de
oración por la cantidad de imágenes almacenadas en la memoria las cuales
dificultan no sólo la concentración sino incluso la capacidad de crear espacios
interiores de silencio. Este es una de las consecuencias más perjudiciales para
la vida de los seminarios pues llegan a incapacitar a una persona para
continuar adelante en el camino hacia el sacerdocio.
Notas
[1]
I. GOLDBERG, El Desorden de la adicción a internet, criterios de diagnóstico,
1995.
[2]
K.S., YOUNG, La Adicción a Internet: síntomas, evaluación y tratamiento,
1999
[3]
Shapira NL, M; Goldsmith, T; Szabo, S; Lazoritz, M; Gold, M; Stein, D., El uso
problemático de internet: clasificación sugerida y criterios de diagnóstico,
2003
[4]
Sobre este particular es interesante el caso de los así llamados «hikikomori»:
adolescentes y jóvenes japoneses que viven aislados del contacto con el mundo
físico en pro de relaciones sólo y exclusivamente mediadas por la red (con las
comprensibles condiciones de sanidad que esto supone).
Hijos en casa…. ¿hasta cuando?
por Isabel del Caz y Juan Carlos Cordero de la Hera
(Adaptación)
El ciclo vital familiar señala
la evolución que realiza una familia través del tiempo marcado por diferentes
etapas. Este ciclo cambia en respuesta a diversos contextos biológicos y
sociales. Cada transición precisa que la familia incorpore nuevas tareas
evolutivas y que afronte posibles riesgos derivados de la adaptación de los
nuevos roles familiares, sociales y emocionales.
Una de esas etapas es la
familia con hijos adultos, que es una fase de transición caracterizada
principalmente por la necesidad que tiene los hijos de ejercer su vida de
manera más independiente ya que actúan como adultos, y de preparase para su emancipación.
Sin embargo, actualmente la edad a la que se independizan los hijos se está
postergando debido a diversos factores, principalmente económicos, como el
desempleo y la dificultad de acceso a la vivienda. Además, la prolongación de
la etapa de formación, retrasa el acceso de los jóvenes al ambiente laboral.
Es un hecho que aumenta el
número de jóvenes adultos que siguen viviendo en casa de sus padres; la
situación actual contrasta con lo que sucedía en los 70 cuando era común que
los hijos abandonaran la casa paterna lo más pronto posible por el deseo de independizarse y ser responsable libremente de la propia vida,
momento que solía presentarse cuando el joven terminaba los estudios
secundarios y se trasladaba a la ciudad de la sede de su universidad.
A la frecuente pregunta ¿hasta cuándo los hijos en casa? se
suele responder con argumentos peyorativos: los hijos son unos aprovechados, no
maduran, son cómodos y egoístas, una generación de caprichosos consumistas,
etc.; pero esta valoración no ahonda en las causas por las que los jóvenes no
acaban de independizarse de una buena vez.
Hagamos un listado de
posibles razones de por qué sucede esto, con miras a reflexionar sobre las
soluciones:
- ü La prolongación de la etapa que se ha dado en llamar “post adolescencia” se ha generalizado en todo el mundo.
- ü La falta de trabajo; a menudo, cuando lo consiguen, tiene contratos “basura”, temporarios, o esclavizantes con poca remuneración.
- ü alquileres elevados
- ü a las familias les gusta estar cerca unos de otros.
- ü Los padres quieren que sus hijos se desarrollen como personas, siempre y cuando ese desarrollo no ponga en cuestión su identidad familiar. Eso hace que la familia valore que los hijos se queden mucho más tiempo en casa, y que cuando se han ido, los contactos se vuelvan muy frecuentes y hasta indispensables.
- ü Las madres realizan una “estrategia de retención”: con lo bien que está en casa, para qué te vas a ir. Que un hijo se vaya a vivir solo les resulta incomprensible, lo ven como un fracaso, como si hubieran hecho algo mal.
- ü Para los padres es importante que sus hijos sean independientes, pero no consideran que esa autonomía deba pasar por un alejamiento físico. Les siguen protegiendo y cuidando pues “ya la vida les dará lecciones”.
- ü Situaciones de estrés en el hogar por conflictos de convivencia intergeneracional, desvalorización, etc.
- ü Un apego excesivo de los hijos como consecuencia de falta de habilidades por temor a enfrentarse con responsabilidades adultas.
- ü La comodidad de los jóvenes al no tener que preocuparse por lo que habrán de comer, por cómo tendrán la ropa limpia o cómo se pagarán las cuentas.
- ü A algunos padres les cuesta admitir que sus hijos han crecido y siguen tratándolos como niños. Se encuentran cómodos con esa situación, ya que se han adaptado a ella y les resulta difícil cambiar su rol, o temen quedarse solos.
- ü Otro problema surge cuando el matrimonio ha mantenido como único lazo de unión a sus hijos, por lo que evitan que se vayan pues intuyen que ya nada tendrán para decirse.
Qué hacer en la etapa de transición, previa a la
partida de los hijos
ü
Una
de las metas del joven adulto debe ser emanciparse de la tutela paterna y
alcanzar las habilidades necesarias para
crecer como persona y desenvolverse en la sociedad. La tarea por parte de los
padres será la de promover la autonomía e independencia de sus hijos; admitir
que los hijos han crecido y aceptar el proceso de emancipación, respetando su
libertad y compartiendo su proyecto de vida.
ü
Puede
ayudar el retomar las relaciones de pareja que permanecían ocultas mientras están ocupados en la crianza de los
hijos: hacer proyectos juntos, incorporar nuevas actividades o cursos,
frecuentar más las amistades comunes, etc.
ü
Es
importante no dejarse llevar por la monotonía, el aburrimiento, el desgano y la
tristeza por “el nido vacío”.
ü
Mantener
una comunicación abierta, fluida y sincera entre padres e hijos, creando un
ambiente de diálogo que proporcionará alta calidad de convivencia.
ü
Ser
flexible y reconocer las distintas opiniones.
ü
Compartir
expectativas, esperanzas y preocupaciones.
ü
Procurar
respetar los espacios individuales
ü
Cumplir
unas mínimas normas de convivencia que padres e hijos deberán respetar.
ü
No
establecer diferencias entre hijos e hijas a la hora de colaborar con las
tareas domésticas.
ü
Permitir
y estimular que los hijos que trabajen contribuyan con la economía familiar.
En definitiva, aunque no hay
“jubilación” en el “oficio” de ser padres, conviene establecer y conservar
lazos intergeneracionales sanos, lo que hará posible una convivencia fluida y
contribuirá al perfeccionamiento espiritual de toda la familia.
Modelos humanos
por Alfonso
Aguiló Pastrana
El carácter, como el arte de pensar
bien, no se adquiere tanto con reglas como con modelos: al lado de la regla o
del criterio, ha de ir el ejemplo; y al lado del ejemplo, la idea y la manera
de llevarla a la práctica.
Todo hombre experimenta con mayor o
menor frecuencia un sentimiento de emulación ante algún testimonio humano que
se le presenta. Siempre hay momentos en que queda deslumbrado por un aspecto
concreto de una persona concreta y, entonces -también en mayor o menor medida-,
desea ser, en ese aspecto, como esa persona.
El hombre -hoy quizá más que en otros
tiempos- cree más en los testimonios humanos vivos que en las enseñanzas; cree
más en la vida y en los hechos que en las teorías. Se reconoce en los modelos
humanos y se siente atraída por ellos.
Todos necesitamos modelos. Todos los
buscamos. Hay conductas que nos atraen con una fuerza fascinante. Sólo hombres
reales descifran lo que el hombre es y puede llegar a ser. Ante cualquier
modelo humano se produce una empatía, una especie de contagio que arrastra. El
problema es que este efecto se produce tanto para bien como para mal.
Por eso se ha dicho siempre que el gran
reto educativo no está sólo en elocuencia de palabra -con ser muy importante-,
sino en la elocuencia del discurso de las obras, en la grandeza de alma de
quien tiene que educar. Y es en gran parte porque parece como si las cosas
fueran menos difíciles, y más atractivas, cuando las vemos hechas vida en
otros.
Y por eso es también decisivo que quien
está en una fase temprana de la formación de su carácter tenga ante sus ojos
modelos humanos atractivos y logrados, que le faciliten adquirir pronto
criterios de estimación que luego no resulten ser un barniz, sino que respondan
a principios bien asentados. Y esto se refiere tanto a los modelos reales con
los que convive como a esos otros, también de ficción, que le se presentan en
la literatura, el cine o la televisión.
Si una familia, un educador, o incluso
una sociedad, presentara el mal como algo que triunfa, o presentara modelos que
muchas veces son modelos de valores negativos, estaría perjudicando a todos,
pero sobre todo a los más jóvenes, que son los más permeables a esos estímulos.
Si ofreciéramos modelos negativos como
metas apetitosas, luego no podríamos quejarnos si los jóvenes parecieran
perdidos, sin creencias ni pautas morales. Es preciso inculcar estos
sentimientos y esos valores, porque, si no, luego nos quejamos sin razón. Como
decía el escritor C.S.Lewis, a veces "extirpamos el órgano y exigimos la
función. Hacemos hombres sin corazón y esperamos de ellos virtud e iniciativa.
Nos reímos del honor y nos extrañamos de ver traidores entre nosotros.
Castramos y exigimos a los castrados que sean fecundos."
Fabricación de niños, eugenesia y derrota de la mujer
A
propósito del libro “¿Qué es una familia?”, de Fabrice Hadjadj
(Tomado y
adaptado de: Archipiélago ortodoxia, el blog de Jorge Soley)
¿Y
si la familia no fuera el “hogar cerrado” que siempre se ha pensado? ¿Y si
fuera la “institución anarquista por excelencia”? De hecho, es anterior a las
ideologías y al estado. Fundamentada en lo más concreto del ser humano — o sea,
en eso que todos estamos pensando —, aparece con el deseo que une a un hombre y
a una mujer. Tanto si es regia como si es puritana, la oscura fuente de donde
brota la familia está en nuestra ropa interior. Y los nacimientos que brotan de
ella desconciertan a sus mismos autores, los abren a una novedad que burla sus
planes: un pequeño trisómico(*) puede surgir de la mejor pareja de ingenieros;
un hermafrodita, de una pareja de activistas contrarios al matrimonio
homosexual; un poeta, de dos eminencias de las finanzas… Sin ninguna anomalía
particular, todo hombrecito que nace es siempre un acontecimiento que excede la
capacidad de sus padres. Pero a los “innovadores” les gustaría poner límites a
una novedad tan desconcertante. Querrían transformar la familia en laboratorio y que dejara de estar fundamentada en el sexo
para estarlo en la ingeniería. El padre reemplazado por el experto, el abrazo
apasionado por el tubo de ensayo transparente, la mesa familiar por la tableta
electrónica, etc.
Este
nuevo libro de Hadjadj, “¿Qué es una familia?”, quiere mostrar el vínculo que
une lo lógico con lo genealógico, oponiéndose a su dislocación contemporánea en
provecho de la tecnología. Se atreve a afirmar que la diferencia de los sexos
es el cimiento de la inteligencia humana, y que el nacimiento ordinario está más cargado de
porvenir que todos los magníficos futuros planificados por la “procreación
médicamente asistida”.
Parece cada vez más claro que el rechazo
prometeico del mundo moderno hacia la naturaleza es ya, y lo va a seguir
siendo, uno de los grandes asuntos de nuestro tiempo. Esto incluye todo lo
relacionado con la generación de seres humanos, desde las técnicas de
fabricación de los mismos in vitro hasta los recientemente popularizados
“vientres de alquiler”. Una de las
cuestiones clave en este asunto, que supone una quiebra radical, es la transformación
de la gestación en producción. Me gustaría llamar la atención sobre
dos puntos en los que el pensador francés Fabrice Hadjadj me parece preclaro.
En primer lugar, cuando Hadjadj plantea,
con su estilo provocador, cómo, si son lógicos, los defensores de la producción de niños en
vientres de alquiler exigirán la eugenesia, el mínimo control de calidad que se debe
exigir en toda producción:
“Indiscutiblemente,
según acabamos de ver, si se pasa del nacimiento a la fabricación del hombre, exigir un
individuo sin defecto alguno
será de una moralidad total. Y si la bioética tiene algo que hacer en
este ámbito, no hay tarea más urgente que establecer una oficina de
reclamaciones e incluso un servicio posventa. Supongamos que nuestro
inteligente teléfono portátil recién estrenado deja de funcionar. Nos
escandalizaría bastante oír al vendedor invocar a los dioses y culpar del
defecto a la fatalidad. Estamos en nuestro derecho, en el orden de la
fabricación, cuando exigimos un producto perfecto. Cosa que no es
cierta en el orden del nacimiento (incluyo en este término la fecundación, la
gestación, el parto e incluso, en cierto modo, la educación consecutivas a la
unión de un hombre y una mujer). En el mismo momento en que el nacer se convierte en un
hacer, todos los imperativos morales no podrán hacer otra cosa más que reforzar
la eugenesia a la que esa misma moral pretende poner trabas”.
En segundo lugar cuando, a continuación,
Hadjadj señala cómo, el paso de la gestación natural a la fabricación in vitro
impone un igualitarismo que despoja a la mujer de lo suyo y consolida la
dominación del hombre, una dominación, eso sí, que se ejerce a través de la
técnica:
“Si
hay algo que el
imperio de la fabricación rechaza por su esencia, más aún que cuidado
del bebé, es la
gestación. La gestación consiste en acoger en uno mismo un fenómeno
oscuro que escapa dos veces a su control: en su proceso y en su
término. La
fabricación es todo lo contrario: se trata de construir fuera de lo mismo de
manera totalmente visible, algo que se controla desde un extremo al otro de la
cadena. El paso de la gestación in útero a la fabricación in vitro puede
aparecer como la gran emancipación de la mujer del futuro, pues por su perfecta
igualdad con el hombre puede ser enrolada por un patrón en la gran guerra
económica. Pero, realmente, es su total capitulación. Porque la gestación es lo propio de lo
femenino. El macho no puede llevar en sí a un hijo, sino solamente
fabricar objetos fuera de sí. Por lo tanto, pasar de la gestación oscura a la
fabricación transparente, promover la objetivación del útero
artificial y el rechazo a la muñeca en provecho del tetris(**), es asegurar la
dominación fálica. Pero una dominación fálica sin falo, puesto que
el macho de musculatura mecánica es reemplazado por el ordenador que juega al
Meccano. Nuestra época tiene esa particularidad: gracias a la tecnología, la dominación
fálica queda asegurada principalmente por mujeres histéricas
seguidas por hombres”.
Bienvenidos al mundo feliz.
(*)
individuo que tiene un cromosoma extra
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