El sueño del Rey Alfonso

Alfonso X el Sabio en la Corte
Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial

Las Cantigas de Santa María, una compilación de leyendas medievales, milagros de Nuestra Señora, plegarias y loores a su nombre, fue llevada a cabo por Alfonso X El Sabio, Rey de Castilla y León.
Este códice, que abarca más de cuatrocientas cantigas, escrito en galaico-portugués, es considerado un gran monumento de la mística medieval. El término cantiga se aplica tanto a obras religiosas (cantigas de Santa María, cantigas de Nuestro Señor), como profanas (cantigas de amor, cantigas de amigo) de la literatura gallega. Musicalmente, cantiga es sinónimo de cantilena monofónica.

Para llevar a cabo esta tarea monumental, el Rey Sabio reunió los más diversos libros de milagros marianos. Algunos traídos por viajeros; otros le fueron obsequiados; los más eruditos manuscritos, provenientes de monasterios y santuarios. Y cuando no tenía un texto para “seguir”, recurría a la tradición oral, o a su propia memoria, o la de sus colaboradores.

Las cantigas llegan a nosotros en cuatro espléndidos manuscritos iluminados, tres de ellos con notación musical. Se distinguen por la belleza de las miniaturas y el especial cuidado puesto en la transcripción de la escritura musical, lo que constituye una invalorable ayuda para la interpretación de otras partituras medievales.

Las miniaturas incluyen representaciones del rey rodeado de eruditos y músicos de todos los países y culturas. Aparecen pintados más de cuarenta instrumentos: violín, mandolina, laúd, arpa, flautas, cornos, trompetas, gaitas, castañuelas, órganos, tambores, salterio, cítara, rabel: un singular compendio de instrumentos musicales medievales.

Quien quiera pensar que Alfonso fue siempre un trovador de la Virgen María, se equivoca. En su juventud llevó una vida disipada. Pero una noche tuvo un sueño espantoso que vino a cambiarla por completo.

Vio que llegaba a la eternidad, y que al querer entrar al cielo se le impedía la entrada por no llevar “el traje” de gracia y buenas obras que se exige para poder salvarse.

En ese momento apareció Nuestro Señor y ordenó que pesaran en una balanza todas las obras de Alfonso, para saber qué destino le correspondía en la eternidad. Echaron al lado derecho de la balanza las obras buenas y a la izquierda las malas. Éstas resultaron más numerosas, por lo que la balanza se inclinó a la izquierda, mientras los diablos danzaban de alegría anticipándose al dictado de sentencia de condenación eterna.

Pero en ese momento apareció la Virgen María, y colocando su rosario en el lado derecho, hizo que la balanza se inclinara totalmente hacia las obras buenas.

Los demonios protestaron furiosos: la Virgen ¡había hecho trampas!
- ¿Por qué has hecho esto?, preguntó nuestro Señor a la buena Madre Celestial. Y Ella respondió: -Es que este joven Alfonso ha rezado muchas veces mi rosario, y yo con ésto quiero pedirte que no lo dejes condenar, pues es mi devoto.

Jesucristo, volviéndose al pobre hombre que temblaba de susto, le dijo: - ¿Has visto? Mi Madre te ha salvado porque tú le rezas con frecuencia. Te dejo un poco más de vida, pero aprovecha ese tiempo para quitar de tu alma la mancha de tantos pecados. Dedícate a echar obras buenas del lado derecho de la balanza, no sea que al morir encuentres que estás falto de ellas.

El Rey despertó sudando de tanto terror. Desde ese día dejó amistades que no le favorecían, abandonó los juegos de azar, los chistes de mal gusto y comenzó una vida nueva y buena. Confesó muy arrepentido sus pecados y comenzó a echar obras buenas del lado derecho de la balanza: visitaba a los enfermos y encarcelados, ayudaba a los pobres, leía libros piadosos y asistía a Misa.

De todas las obras que este Rey hizo y nos legó, -muchas y de diversos asuntos- las cantigas tenían para él un especial significado. Tanto que, cuando estaba enfermo, sentía que recobraba la salud colocando el códice sobre su pecho.

En su último testamento, redactado poco tiempo antes de morir en 1284 tras 32 años de reinado, dejó instrucciones precisas:
"Otrosí mandamos, que todos los libros de los cantares de loor de Sancta María sean todos en aquella iglesia do nuestro cuerpo se enterrare, é que los fagan cantar en las fiestas de Sancta Maria. E si aquel que lo nuestro heredare con derecho é por nos, quisiere a ver estos libros de los cantares de Sancta Maria, mandamos que faga por ende bien et algo á la iglesia onde los tomare por que los aya con merced é sin pecado".