por el P. Francesco
Motto, sdb.
El problema es: ¿cuál Don Bosco?
Sabiendo que de Don Bosco existen decenas de imágenes en libros, revistas,
periódicos, video casetes, películas, ficción, el Rector Mayor en la
presentación del Aguinaldo 2012 ha hecho su elección: el Don Bosco de la
historia y en la historia de su tiempo. Su grandeza humana y cristiana, su genialidad
operativa, sus dotes como educador, su espiritualidad, su obra, son plenamente
comprensible sólo si está profundamente radicada en la historia de la sociedad
en la cual vivió. A mi juicio los salesianos deberían hacer tres pasos de aquí
en adelante:
·
Primero
deberían ir de nuevo a las fuentes genuinas, seguras, es decir a los textos
auténticos de Don Bosco, a sus escritos, editados por él o por sus hijos, on
line o en papel. No existe dificultad en la elección, gracias también al
trabajo del Instituto Histórico Salesiano: los escritos pedagógicos más
importantes de Don Bosco están a disposición en edición crítica, lo mismo puede
decirse de las Constituciones por él elaboradas y aprobadas por los Salesianos
y las Hijas de María Auxiliadora, la introducción a ellas, las notas históricas
de la sociedad salesiana, la situación disciplinar en Valdoco durante los años
setenta y ochenta, más de la mitad de su epistolario y otros textos críticos
publicados en “Investigaciones Históricas Salesianas”. En internet se pueden consultar todas las “Obras
editadas” como aparecieron en su tiempo en edición facsímil. Demasiado
frecuente se olvida que la maravillosa historia de la infancia de Don Bosco, de
su juventud, de sus primeras experiencias apostólicas en Valdoco no son todo
Don Bosco, al contrario; tanto más que invitamos a conocerlo como educador y
pastor, fundador, guía y legislador. Entonces no podemos olvidar temáticas
ausentes en las Memorias del Oratorio: el Don Bosco real y no ideal de Valdoco,
la construcción de la iglesia de María Auxiliadora y el “Fenómeno Mariano”, que
sigue, el proyecto y la fundación de la sociedad salesiana, el Instituto de las
FMA, la Asociación de Cooperadores, la colegialización y la difusión de la Obra
Salesiana, la realización del sueño misionero, la serie de publicaciones
editoriales de carácter educativo-religioso y escolástico-cultural; y todavía
el Don Bosco en Italia y Argentina, sus relaciones con los papas, la Santa
Sede, los obispos, la idea y la publicación del Boletín Salesiano, la formación
de los colaboradores, la búsqueda de recursos económicos, las vocaciones… Un
dinamismo impresionante que identifica la obra salesiana, y que Don Bosco
“actualiza” constantemente.
·
Pero
hay un segundo paso por hacer: es aquél de ir a las fuentes – también las más
seguras y válidas- en el sentido de superar cuánto presentan a primera vista;
no una lectura epidérmica y banal. De Don Bosco es necesario conocer las ideas
y las estructuras mentales, los valores propios o adquiridos, el lenguaje
escrito y hablado, el modo de actuar y de reaccionar… La lectura teológica de
las fuentes se amplía con la social, económica y política. Lo sobrenatural debe
“tener en cuenta” los elementos y factores naturales. Don Bosco no es una
“isla” en el mar de su tiempo. En este sentido nos ayudan los estudios de los
históricos, que gracias a Dios no han faltado en los últimos cuarenta años,
cada uno con su modo particular de acercarse a las fuentes. Me limito a indicar
dos volúmenes, los de Pietro Braido (Don Bosco sacerdote de los jóvenes en el
siglo de las libertades) traducidos a varias lenguas, que recogen lo mejor de
los estudios anteriores, afronta todos los aspectos de la situación histórica y
la personalidad de Don Bosco, ofrece amplias citas de sus textos más
importantes. Cada uno de los capítulos facilita la profundización, gracias a la
rica bibliografía que no ha pasado por alto la advertencia del León XIII:
“Veritas non indiget mendaciis nostris”, y también: “Primam esse historiae
legem, ne quid falsi dicere audeat, deinde ne quid veri non audeat”.
·
El
tercer paso es leer los temas del Don Bosco histórico, de cualquier carácter
(religioso, moral, dogmático, político, cultural, económico...) con referencia
a análogas problemáticas y hechos recientes, donde puedan ser útiles a nuestro
presente. Como dijo una vez Don Chávez: “La imagen de Don Bosco y de su acción
debe ser reconstruida seriamente, a partir de nuestro horizonte cultural: desde
la complejidad de la vida de hoy, de la globalización, de las dificultades de
apostolado, desde la disminución de las vocaciones, de la vida consagrada”.
Se comprende que no se trata de estudiar
sólo el fundador, sino también los “hijos”, o sea la tradición. Se puede decir que es la tradición la que
ayuda a identificar y a explicar en lenguaje actual un “núcleo” de valor
constante dentro de los conceptos “históricos”, siempre sujetos a los ambientes
socio culturales que los ha creado. El saber cómo nuestro pasado ha hecho suyas
las inspiraciones de Don Bosco, cómo ha asumido sus motivaciones y decisiones,
cómo respondió a las necesidades juveniles de su tiempo, nos ayuda a entrar en
el llamado “círculo hermenéutico”. Entonces la historiografía salesiana local,
la historia de las Inspectorías, de las casas, de cada uno de hermanos, de su
obra educativa tienen su peso. Para América Latina el Instituto histórico ha
publicado varias e importantes fuentes, como los epistolarios del padre
Bodrato, el padre Tomaris, el padre Lasagna, las relaciones de la visita del
padre Albera a las Américas en el inicio del siglo XX y otros textos de las
misiones salesianas….
Lo histórico, cuando ha comprendido,
indicado y explicado el contexto, los eventos, las causas y consecuencias, ha
concluido su tarea. En este punto, después de la interpretación “histórica”
debe seguir la “existencial”. Esta es obra de todos, o sea de teólogos,
espiritualistas, pedagogos, expertos de ciencias humanas, históricos, Capítulos
Generales, Rector Mayor, cada hermano, hombres de Dios… Ninguno está excluido:
Salesianos, Hijas de María Auxiliadora, Cooperadores, Ex alumnos, grupos y miembros de la Familia salesiana.