Redes sociales y asistencia salesiana: una mirada desde el Sistema Preventivo



por Francisco Javier Valiente, sdb.

 Un mundo en red… social

Cada vez más habitantes del planeta utilizan internet en su vida diaria. Cualquier estadística que ofrezcamos sobre el uso de las redes sociales quedará desfasada en poco tiempo. Pero sí podemos señalar las tendencias de estos últimos años y que, parece, continuarán en los próximos. Más de 2.000 millones de usuarios de la Red que han encontrado en las aplicaciones que llamamos redes sociales (social network) o medios sociales (social media), unos nuevos canales y medios para comunicarse. Las principales redes sociales van agrupando, entorno a sí, a un número cada vez mayor de usuarios. La más extendida, Facebook, en 2013 tiene ya mil millones de usuarios.

Es importante darnos cuenta de la extensión, profundidad y características de este fenómeno, especialmente en lo relativo a lo que supone en la socialización de los usuarios pues, como señala Benedicto XVI en el mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales para 2013, es necesaria “una comprensión atenta de este ambiente” como paso previo a una presencia significativa dentro de estos nuevos territorios.

Ya son significativas, de por sí, las metáforas que utilizamos para referirnos a las redes sociales. Técnicamente son programas informáticos, aplicaciones y desarrollos tecnológicos que utilizan internet y los dispositivos electrónicos para su funcionamiento, enlazando nodos y terminales. Sin embargo, nos referimos a estas realidades como ambientes, entornos, nuevos territorios, espacios, nuevo continente [1], etc. Decimos que son significativas estas metáforas pues están queriendo expresar lo que para las personas son estas aplicaciones. En el fondo, son un espacio más de la vida de los individuos, especialmente de los jóvenes. Parte de su vida está también reflejada en estos territorios poblados por personas que interactúan y comparten todo lo que pueden compartir en el mundo físico.

Cuando hablamos de redes sociales entendemos esas estructuras sociales compuestas por grupos de personas que están conectadas por diversos tipos de relaciones que pueden ser de parentesco, amistad, relaciones laborares, intereses comunes, participación en tareas comunes. Las redes sociales se superponen y, cada uno de nosotros, puede pertenecer a distintas redes. Lo característico es que en todas hay personas, que están conectadas y que comparten (relaciones, intereses, conocimientos…).

El fenómeno de las redes sociales no es algo nuevo; el ser humano siempre ha creado redes de comunicación. El desarrollo de la civilización va unido al establecimiento de esas redes que se han ido alargando y han ido conquistando nuestro mundo. Las tecnologías y medios de comunicación han hecho posible el establecimiento de esas redes generando redes de comunicación aprovechando los medios y canales que han existido en cada época. Hay que tener en cuenta que las redes “no sólo se crean para comunicarse sin para posicionarse, para imponerse en la comunicación” [2]. Este es un aspecto, el del poder de las redes, que no habría que dejar que pasara desapercibido.

Pero, ¿qué es lo que ha sucedido en estos últimos años? Ya nos encontrábamos en una época de cambio cultural y antropológico con la llegada de internet pero, especialmente a partir de 2004, el mundo de la comunicación, a todos los niveles, se ha visto sacudido por el desarrollo de aplicaciones digitales que han supuesto un salto cualitativo en cómo utilizamos internet y en el lugar que ocupa, ahora, la Red en nuestras vidas. Con el desarrollo de internet y la evolución a lo que se ha dado en llamar web 2.0, o el siguiente escalón que ya está surgiendo la red 3.0, se ha producido una explosión de las aplicaciones de social media. Redes sociales generalistas (Facebook, twitter, Google+), profesionales (Linkedin, Viadeo), cerradas o abiertas, verticales u horizontales, se van instalando en nuestra vida y los usuarios las utilizan cada vez más para relacionarse, informarse, compartir conocimiento, y trasladar al mundo virtual las redes que ya existen en el mundo físico. Pero virtual no se entiende, en este contexto, como irreal, falso o ilusorio. No se trata de un sustituto de lo real, sino como una forma de actualizarlo, como una posibilidad más de lo real [3] mediante la tecnología utilizada (ordenador, conexión a la red y aplicaciones de social media), que permiten un tipo de socialización diferente “pero no por ello inferior a las formas anteriores de interacción social” [4].

Un tipo de socialización que utilizan, especialmente, los jóvenes, los nativos digitales, para los que el mundo de las redes sociales es una parte más de su mundo. Lo que sí parece cierto es que esta forma de interacción y de relación “está siendo cada vez más importante entre quienes navegan por la Red” [5], mundos paralelos de relaciones que “desde el punto de vista psicológico no tienen características de inferioridad o limitación” [6] respecto a las relaciones que se mantienen offline. Y es que suele darse por sentado que las relaciones a través de dispositivos digitales tienen menos peso o influencia en la vida de los individuos que las relaciones mantenidas en el mundo offline o analógico, las relaciones cara a cara. La Red es una posibilidad más para las mismas personas de interactuar, no es una realidad aislada, sino que, a este tipo de interacciones, los usuarios traen “su género, el momento de su ciclo de vida, su bagaje cultural, su estatus” [7], sus sueños y deseos, sus dudas, todo su mundo, y también su fe o su falta de ella.

Un tsunami comunicativo

La revolución de Internet y, especialmente, el desarrollo de las redes sociales están cambiando la forma de comunicar, los modelos de comunicación. Cambios que influyen en los usuarios particulares y en las organizaciones. Hoy el destinatario de la comunicación tiene cada vez mayor protagonismo. Estamos pasando de los medios de masas a la masa de comunicadores. Los públicos son transceptores, es decir emisores y receptores de información, o “prosumers [8]”, que consumen contenidos pero ellos son también productores de contenidos.

Como Congregación, somos conscientes de los cambios que se están produciendo en la comunicación por la presencia de las tecnologías digitales. Toda nuestra vida se ve afectada. Cambia la comunicación de masas, la comunicación interpersonal, nuestra manera de conocer, participar, colaborar, nuestra forma de ver el mundo. Y esto exige un importante cambio de mentalidad en nuestra acción educativo pastoral, que es una tarea eminentemente de comunicación. Y cambio, también, en la manera de cómo gestionamos las estructuras, pues están cambiando las reglas del juego y las personas buscan más la participación, los mensajes bidireccionales, la comunicación más transparente.

Los medios sociales o redes sociales, están generando nuevas formas de agregación entre las personas, y hacen que nos replanteemos a qué comunidad pertenecemos, cuáles son los agentes socializadores, que están dispersos en las redes. De cualquier forma hay que advertir que en este “espacio existencial [9]”, en estos nuevos lugares de socialización, y en estas redes sociales, es posible transmitir emociones, es decir, es posible conectar con las otras personas a niveles más profundos. Que no todos los contactos que se establecen son efímeros, ligeros y superficiales, sino que implican a la persona y llegan a tocarla interiormente. También, pueden generar una socialización débil o tipos de relaciones superficiales que lleven a considerar al otro meramente un enlace.

Sin embargo, dicen los expertos que “la presencia de un medio tecnológico no determina la anulación de los aspectos emotivo-cognitivos de una situación” [10], que es posible experimentar emociones online. Para los educadores este aspecto es significativo. Nardone y Cagnoni han hecho un recorrido por los estudios de psicólogos y sociólogos que sostienen cómo la persona que interactúan en un ambiente virtual, a través de la Red, “puede experimentar las mismas emociones y reacciones que experimentaría en una situación real” [11], así que este tipo de experiencias influyen en la vida offline de las personas. La posibilidad de experimentar emociones es, precisamente, uno de los atractivos de este tipo de socialización. Es curiosa, en este 2013, la campaña publicitaria de la marca automovilística Audi que tiene como eslogan una pregunta: “¿Para qué sirve la tecnología si no es para emocionar?”. Además, el tipo de comunicación es informal y desinhibido. Estas características tienen su cara y su cruz. Por una parte la comunicación es fluida, lejos de los corsés que pueden colocar los tópicos sociales. Por otra parte, no siempre se utiliza bien esta libertad absoluta de expresión, se puede decir todo lo que a uno le venga en gana, sin importar las consecuencias de ello.

Buenos cristianos y honrados ciudadanos en el mundo digital

Nuestra presencia, cada vez más frecuente, en el ciberespacio exige que nos planteemos cómo es nuestra ciudadanía digital. Tanto en nuestra vida online como offline, hay que salvar siempre el respeto por la persona, la salvaguardia de la dignidad humana. En nuestra formación deberíamos insistir en este aspecto: ser conscientes de que nuestro comportamiento en la Red refleja lo que somos, y también aquí llevamos nuestra ética, nuestros principios morales, nuestra visión del mundo y de la persona. En la tradición salesiana, apostamos por la prevención de determinados comportamientos que puedan lesionar la integridad de las personas. Por ello, ponemos la educación y la formación de los usuarios como uno de los ámbitos significativos de actuación dentro de la acción educativa y pastoral salesiana. Formación que tiene que partir del conocimiento técnico de las nuevas tecnologías y aplicaciones de social media, que irán cambiando con el desarrollo tecnológico, pero que tiene que mirar sobre todo a los aspectos profundos de comportamiento y actitudes, de cómo somos en las redes, por qué estamos en ellas, cómo nos mostramos y cómo tratamos a los demás.

Salesianos, educadores y colaboradores, animadores, somos conscientes de que ante nosotros se abre un fantástico mundo de posibilidades para la comunicación a todos los niveles. La educación, pastoral, catequesis, evangelización también cambian pues cambian las personas con las que tratamos, cambiamos nosotros y los medios que utilizamos para comunicarnos. Estamos ante un cambio antropológico importante, un cambio cultural que nos plantea retos y nos laza a estar presentes en estos nuevos espacios siendo conscientes de su importancia para la vida de los jóvenes.

Las tecnologías digitales son una oportunidad pastoral. La Iglesia está poniendo de manifiesto la necesidad de estar presentes en el ciberespacio para evangelizar este nuevo territorio y ayudar a crear una cultura de la participación y la colaboración, del respeto, de la comunicación profunda. Al mismo tiempo, como todas las realidades humanas, hace falta una reflexión sobre las implicaciones que tiene y los aspectos positivos y negativos que giran alrededor de ellas.

En toda la formación salesiana, pero especialmente en la formación inicial, sería necesario abordar estos temas. Pero además, y desde la práctica del Sistema Preventivo, tenemos que ofrecer una formación en este ámbito a los jóvenes que son nuestros destinatarios. No siempre la facilidad de uso de las tecnologías digitales, especialmente por parte de los jóvenes, va unida a una reflexión sobre planteamientos éticos y consecuencias de su actuación. En la formación también hay que tener en cuenta la diferencia de edad de los hermanos, las costumbres en los distintos países, incluso las legislaciones sobre el mundo de Internet, aunque este último aspecto cada vez más se está homologando a nivel mundial. Y es que incluso determinados comportamientos en la Red pueden tener una repercusión legal, pueden ser delitos, según las legislaciones. No entramos a valorarlos pero hay que caer en la cuenta de que algunas prácticas pueden ser delitos y no ser conscientes nosotros de ello. Por ejemplo el ciberacoso, la suplantación de personalidad, utilizar el perfil o el correo de otro haciéndonos pasar por él, publicar comentarios que pueden ir contra la buena imagen de la persona…

Como aspectos a tener en cuenta, podemos hablar de una ecología en el ciberespacio. Esto es, de hacer el mundo de las redes sociales habitable, lo que conlleva la responsabilidad de todos a la hora de construir este nuevo territorio a medida humana. Es el comportamiento ético que se traduce en una forma de actuar, debe tener en cuenta, al menos, los siguientes aspectos:

ü  El área de la comunicación personal, las buenas maneras, urbanidad, trato cortés, expresión correcta.

ü  Recuperar el valor de la palabra. La comunicación en la Red es, mayoritariamente, a través de la palabra escrita. La palabra tiene que ser expresión de lo que la persona es. El valor de la verdad.

ü  Reciprocidad ética. Al otro lado de la pantalla hay una persona. Tratar a los demás como queremos ser tratados.

ü  Comunicar y compartir el saber. Responsabilidad personal sobre la veracidad de lo que se comparte y contribuir a la construcción del saber aprovechando las posibilidades de la tecnología.

ü  Frente a tantas opiniones como se vierten, respeto por las opiniones de los demás, pero espíritu crítico y también audacia para expresarlo.


Cuidar la privacidad y la identidad digital

Estamos creando nuestra huella en la Red. Cada vez Internet sabe más de nosotros, nuestro rastro en la Red es cada vez más intenso, hay más información sobre nosotros, más datos sobre nuestra vida, fotos… podría construirse la identidad digital de cada uno de nosotros y en las redes sociales volcamos una gran cantidad de información sobre nosotros mismos, nuestros contactos, las personas que nos rodean. Y, la mayor parte de las veces, esa información no nos pertenece. A la hora de estar presentes en la Red, hemos de tener en cuenta esta realidad. Hoy la persona es el “portal”, formamos parte de un flujo de información que no siempre controlamos. Es cierto que se está redefiniendo el concepto que tenemos de la privacidad.

En realidad, salvo comportamientos imprudentes, trasladamos a las redes sociales lo que hacemos en el mundo analógico. Con amigos y conocidos compartimos comentarios, fotos, impresiones, qué hacemos, qué pensamos. Las redes multiplican esta práctica. Se habla de una intimidad ambiental pues, a medida que compartimos con otros, y estos otros con nosotros, nos resulta menos problemático que los demás vean lo que hacemos o dónde estamos. Bien es cierto que, y esto es un aspecto a educar, los usuarios decidimos qué compartimos y con quién.

Por eso, hay que cuidar la privacidad. Preguntarnos qué datos nuestros están en la Red, qué información sobre cada uno de nosotros está fluyendo por la Red. Si tenemos blogs, perfiles, si participamos en foros de discusión, comentarios en otros perfiles, álbumes de fotos, videos en youtube… Por otra parte, están las tecnologías de control (cookies, contraseñas...) que recopilan información sobre nuestro paso por Internet sin darnos cuenta.

Y, al mismo tiempo, cuidar la privacidad de los demás. A veces escribimos mensajes, comentarios, que ofrecen datos de terceras personas sin que tengamos autorización para hacerlo. En este sentido, hay que tener mucho cuidado con las imágenes, especialmente si son de menores. Hay que ser conscientes de que no somos dueños de lo que enviamos o publicamos en Internet. Una vez enviado un mensaje, o publicado un comentario en un perfil, no sabemos dónde puede llegar. Hay que pensar bien lo que publicamos.

Otro principio general, en relación con la privacidad, es que la Red no olvida. Mientras no se desarrollen leyes que faciliten el dominio de los usuarios sobre los contenidos que hablan de nosotros, lo que ponemos a Internet (post, noticias, comentarios, fotos, videos) seguirá estando ahí cuando pasen los años. Además hay que tener en cuanta que las empresas que ponen a nuestra disposición las aplicaciones de social media se nutren de la información que dejan los usuarios para obtener beneficios a través de la publicidad. Información que, cada vez más, se cruza, se comparte entre aplicaciones y forma parte del magma de información que circula por Internet, que es archivado e indexado por los buscadores. Y, para las empresas, es muy valiosa la información sobre gustos, intereses, comportamientos, que van obteniendo de los usuarios.

Hay dos ideas que los usuarios de Internet deben cambiar. Una es la sensación de impunidad, según la cual lo que hacemos en la Red no tiene consecuencias, en la Red vale todo, se puede decir todo sobre los demás… las leyes están cambiando para preservar el derecho a la propia imagen, a la buena fama… especialmente en lo relacionado con los menores. Y otra, es que todo es gratis. A parte de servicios de pago, cada vez más frecuentes en descargas de contenidos o adquisición de aplicaciones, es nuestra información personal la moneda que utilizamos, sin ser conscientes, para utilizar “gratuitamente” las aplicaciones de social media o motores de búsqueda, por citar algunos ejemplos.


Estar atentos a los contenidos

Internet permite el acceso a contenidos de todo tipo. Es un espacio donde, más que antes, se requiere un ejercicio maduro y responsable de la libertad personal. Todo lo que en la formación inicial y permanente se haga en esta dirección, será muy útil para dar herramientas a los hermanos a la hora de estar en el mundo digital.

Un tema no exento de polémica, dentro de las comunidades, puede ser la aplicación de filtros de contenidos en los ordenadores o servidores. Podrían ser útiles en ordenadores públicos, que tienen libre acceso, pero puede ser más problemático en ordenadores personales. Además, hay que tener en cuenta que lo más habitual es acceder a la Red por múltiples dispositivos (Smartphone, tablets…) y no sólo conectándose a través del servidor comunitario, sino que son más frecuentes las redes wi-fi abiertas. Parece más útil insistir en la formación de la persona, en el uso responsable de la Red, etc.

Es necesario potenciar el espíritu crítico frente a contenidos, informaciones… La facilidad de participar en la Red, puede llevar a que se esté pasando de un saber especializado (episteme) a un saber basado en la opinión (doxa). Saber discernir, enjuiciar lo que se lee, se hace más necesario que antes cuando las fuentes de información estaban más controladas. Sentido crítico que tiene que aplicarse a los grandes nodos en las redes sociales, los perfiles más populares y recordar, aquí, lo que Benedicto XVI señalaba, que “verdad no es igual a popularidad” [12].

Especialmente en las primeras etapas de la formación inicial, puede ser interesante enseñar a buscar contenidos relevantes, qué buscar, cómo encontrarlo, cómo evaluar las informaciones encontradas y cómo utilizar la información encontrada. Aunque puede variar según las legislaciones de cada país, relacionado con los contenidos está la descarga de los mismos. Esta práctica puede ir contra las leyes que protegen la propiedad intelectual y dar ocasión a denuncias. Lo mismo se puede decir del uso de software no legal.

Estar atentos al tiempo de consumo de Internet y de la tecnología

Otro de los aspectos a revisar es el consumo de internet y tecnologías digitales. En nuestra vida dedicamos tiempo al estudio, trabajo pastoral, vida comunitaria, tiempo libre, etc. Pero cada vez más una parte de nuestro tiempo lo ocupamos en nuestra vida digital. Obviamente cada vez más las tecnologías digitales están unidas a nuestra vida, y parte de nuestra formación, ocio, pastoral, vida social, etc., necesitan como soporte internet, pues vivimos y estamos en la Red.

Un peligro puede ser caer en la dependencia de internet. Por eso es importante analizar el tiempo de consumo de Internet, cantidad y calidad. En casos extremos, Internet puede causar adicción y convertirse, paradójicamente, en un obstáculo para las relaciones sociales, la pastoral….

También debe ser objeto de nuestra reflexión el consumo de la misma tecnología. Qué dispositivos utilizamos, aplicaciones, etc. Esto tiene un componente económico que hay que valorar dentro, también, de nuestras opciones comunitarias y personales. En este sentido hay que entender las estrategias de negocio, de venta, que tienen las empresas tecnológicas, y analizar cómo nos imponen modas sobre tendencias, gadgets, hardware y software.


El uso de la tecnología en la vida comunitaria

En nuestras comunidades disponemos de numerosos dispositivos tanto personalmente como comunitariamente. El ordenador personal y el teléfono móvil son ya elementos habituales en la vida ordinaria de cada uno de nosotros. Deben ser utilizados adecuadamente y teniendo cuidado de que no nos aíslen. Podría darse la paradoja de utilizar estos medios para comunicarnos con muchas personas, y asilarnos de nuestro entorno más cercano, por ejemplo de la comunidad.

Uno de los problemas de nuestro tiempo es el ansia de la desconexión. Parece que no podemos vivir sin estar conectados a todas horas, y en todo lugar. Sería bueno que la propia comunidad estableciera algunas normas de uso de estos dispositivos en espacios y tiempos comunitarios, encaminadas a hacer más fácil la vida comunitaria. Creando espacios y momentos donde no se utilicen (p. ej. apagar los móviles en la capilla, dejarlos fuera en reuniones comunitarias…).


Un estilo de presencia en las redes sociales: la asistencia salesiana

El sistema educativo de Don Bosco, el sistema preventivo, está caracterizado por una finalidad que tiene el educador, la salvación de las almas, en lenguaje de Don Bosco; un tipo de relación entre educador y educando, el espíritu de familia; un lugar típico donde se produce la relación educativa, el patio; y unos pilares fundamentales sobre los que se sustenta que son razón, religión y amor o amorevolezza. Toda la acción y misión salesianas las miramos desde esta perspectiva. También nuestra presencia, tanto institucional como personal, en las redes sociales.

Tenemos que estar presentes en estos espacios pues forman parte de nuestra sociedad, de la experiencia de las personas. No participar en ellos sería quedar fuera del lugar donde las personas adquieren conocimientos, se relacionan, interactúan, crean cultura e influyen en la marcha de la sociedad. Estar fuera de ellos sería, además, no participar en la construcción de la nueva cultura, de este nuevo mundo. Como Don Bosco, veremos en el último apartado de este artículo, tenemos que estar a la vanguardia del uso de los medios de comunicación y ser intrépidos. No es el caso, aquí, de explicar todas las posibilidades que se abren ante nosotros, todos los usos que ya se están haciendo -pues hay que señalar que los salesianos están desarrollando numerosísimas iniciativas en las redes sociales en todo el mundo-, las múltiples funciones que se pueden realizar a través de estas aplicaciones en nuestras obras, el servicio que pueden prestar para la información y publicidad, el intercambio de recursos o la proyección de nuestra imagen.

Sí que es importante que manejemos los criterios del sistema preventivo para que iluminen y empujen nuestra presencia en estos entornos. También aquí la finalidad que nos mueve es buscar el bien de los destinatarios, la educación integral de los jóvenes, en lenguaje de Don Bosco, la salvación de los jóvenes, que lleguen a ser “buenos cristianos y honrados ciudadanos”. Lo que mueve al educador a lanzarse al encuentro de los jóvenes en estos espacios, es su deseo de ser buen pastor, de acompañarlos allí donde están y, ahora, ellos están también aquí. Don Pascual Chávez ha lanzado a la Congregación a estar en los “nuevos patios” donde están los jóvenes. El patio es lugar salesiano pues es lugar para el encuentro con el joven, para compartir su vida y sus inquietudes, donde el educador se pone al nivel del joven, le muestra que ama lo que el joven ama, y surgen propuestas significativas para su vida. Esto hoy, también, se vive en las redes sociales. Cuando educador y joven comparten amistad en un perfil, están ambos compartiendo la parte de la vida de ambos que circula por esas redes.

Y la manera de estar, de establecer esa relación, es el espíritu de familia, la amorevolezza, que lleva a valorar al otro, crear un clima de confianza donde el joven sabe que se le ama, y que se traduce en el estilo del trato, en la forma de relación, en el interés por la vida del joven. Precisamente en las redes sociales este aspecto es muy importante, pues se valora la capacidad de relación y de empatía de las personas. El nuevo modelo de comunicación se basa en la participación, en la colaboración. El éxito, se insiste en el ámbito del marketing, de las empresas que utilizan los medios sociales está en su capacidad de escuchar y generar conversación con los usuarios; en conocer cuáles son sus intereses, cómo son y qué les mueve. Estos aspectos son fundamentales también para nosotros. El salesiano que quiere estar en una red social con los jóvenes tiene que asumir las categorías que están en juego, se trata de un cambio importante de mentalidad y, si quiere tener una presencia significativa, ha de entender que son actitudes importantes la participación, el compartir, la colaboración, la interactividad, la escucha.

Actitud del buen pastor que tiene que extenderse al cuidado de los otros. Y esto lo hacemos con el estilo de nuestro lenguaje, la manera de estar en las redes, cómo entablamos debates o discusiones con personas que, tal vez, no conozcamos, pero que entran en contacto con nosotros a través de un post, de un comentario…Benedicto XVI hablaba de un estilo cristiano, diríamos que también salesiano, de comunicación que sea franca, abierta, respetuosa, responsable[13]; un modo de estar caracterizado por la cortesía y que tiene mucho que ver con el Dios que habla no a través del fuego, o la tormenta, sino a través de la brisa suave[14]. Pero cuidado del otro, que también se manifiesta en la atención a su reputación online, la privacidad y otros aspectos técnicos. En este sentido, hay dos principios básicos a tener en cuenta, tanto en nuestra presencia institucional o personal, la honestidad y la transparencia que darían como resultado la autenticidad. Es curioso ver cómo esta actitud, que tanto subrayan los documentos del magisterio de la iglesia, coincide con lo que los análisis de la eficacia de la comunicación en redes sociales señalan como éxito: la importancia de generar confianza. Para ello, se ha establecido la regla del KLT, (del inglés Know, Like, Trust) Según este principio, el conocimiento de una marca, institución o persona, favorece la sintonía entre el usuario y esa persona, y genera confianza, que abre la puerta a la influencia, al compartir ideas, modos de ver la realidad, asumir principios del otros, etc.



¡Ay de mí si no anuncio el evangelio!

Un estilo de presencia salesiana que se concreta también en los contenidos que ofrecemos en las redes sociales. Una buen parte de ellos se refieren a nuestra actividad, oferta educativa o informaciones para dar a conocer nuestros servicios o productos según el nivel o estructura que represente determinado perfil en una red social. Pero una buena parte de nuestras intervenciones (mensajes, post, comentarios, fotos, videos), tanto personales como institucionales, cuentan lo que somos y hacemos, cómo vemos el mundo, a las personas, qué cosas son importantes para nosotros. Con todo esto estamos dando testimonio de nuestra fe, es el aspecto de la religión que impregna toda nuestra acción. En el mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud 2013, Benedicto XVI convocaba a los jóvenes a ser misioneros en el mundo y señalaba dos campos prioritarios donde vivir este compromiso misionero: el mundo de Internet, para evangelizar el continente digital, y la movilidad.

Invitación a evangelizar este sexto continente que los salesianos debemos acoger como parte de nuestra tarea pastoral y que se refleja en los contenidos que volcamos en las redes sociales. A través del diálogo, hablando de la “verdad y los valores” [15], de nuestras opiniones, de cómo nos presentamos, estamos evangelizando. Lo hacemos cuando nos interesamos por la vida de las personas que están en nuestras redes [16], somos receptivos, y proactivos, ante lo que ellos comparten con nosotros. Y evangelizamos, obviamente, cuando hacemos profesión explícita de nuestra fe, cuando contamos la novedad del Evangelio y mostramos al Dios de Jesucristo que vive en su Iglesia.


Otros aspectos, más técnicos, a tener en cuenta en nuestra presencia en Internet y, en las redes sociales, podrían ser:


o    Sitios y perfiles institucionales

Portales, blogs, sitios webs o perfiles en redes sociales que pertenecen a la Congregación, Inspectorías, casas… Deben presentarse como tales y dejar bien clara la identidad de quien está detrás de ellos y los objetivos que se persiguen con esa presencia en la Red. Puede parecer obvio, pero debemos insistir en que no es lo mismo un sitio institucional, que uno personal.

Hay que pensar nuestra presencia en la Red (a través de las múltiples formas que hoy permite la tecnología) como una presencia educativo-pastoral. Este criterio debe orientar los contenidos, los destinatarios, el fondo y la forma de nuestra presencia. Son presencias pastorales, aunque con diversidad de planteamientos.

Si se trata de perfiles en redes sociales, o foros, que permiten a los usuarios realizar comentarios, es muy recomendable que estos estén “moderados”, es decir, que necesiten autorización para que aparezcan publicados.,

En las redes sociales es imprescindible agregar a nuestros contactos y asignarlos a distintos grupos. No todos deberían ir en la categoría de “amigos”. Diferenciando por grupos, se puede discriminar el acceso a la determinada información. Existe otra categoría más amplia, (fans, seguidores), que establece otra relación menos estrecha con los usuarios.

o    Sitios y perfiles personales

La Iglesia pide insistentemente a sacerdotes y religiosos que estén presentes en la Red, con páginas webs y, especialmente, con blogs y perfiles en las redes sociales. Es una forma nueva de evangelización, de estar en contacto con los destinatarios, de crear nuevos patios donde encontrarse con los jóvenes. Es recomendable presentarnos como religiosos, explicando los objetivos de nuestra presencia en la red. Pueden existir contextos que exijan cierta privacidad sobre este aspecto.

Especialmente quienes se dedican a la pastoral juvenil, educación, etc., recibirán muchas solicitudes de amigos para aceptar en su perfil. Es conveniente crear grupos para discriminar la información a la que cada uno tiene acceso.

Es preciso ser cuidadosos con las personas que aceptamos en nuestro perfil. También se puede decir “no” a la hora de agregar a más contactos. Pensemos que, más adelante, podremos querer borrar (“unfriend”) algunos contactos y esto puede considerarse una manera de descortesía (“te aparto de mis amigos”). Y, especialmente si se trata de menores de edad, hay que ser muy precavido con los temas que se tratan, los comentarios que se escriben, las fotos que se utilizan y se etiquetan…



Con el ejemplo de Don Bosco, en la vanguardia de la comunicación

En la tradición salesiana contemplamos a Don Bosco como un hombre que supo utilizar los medios de comunicación, las tecnologías, que tenía a su alcance para cumplir su misión en medio de los jóvenes. Un escritor cuyo estilo, contenidos y formatos están marcados siempre por los destinatarios de su misión, los jóvenes y las clases populares. Son los jóvenes, y las necesidades formativas que en ellos descubre, quienes le hacen lanzarse a un gran empeño editorial que marcará toda su vida. Él siente la urgencia de poner en marcha empresas editoriales porque tiene que alimentar a los jóvenes con determinados contenidos. Son ellos los protagonistas de sus escritos; son la vida de los jóvenes y el apremio por educarlos y evangelizarlos, los elementos que recorren las miles de páginas que escribió el santo; es la conciencia de saberse enviado para ellos la que marcará un estilo que le ayude a hacerse “entender por todos, tanto en la exposición, como en el uso de las palabras más simples y conocidas”[17]. De ahí la práctica de Don Bosco de leer sus escritos a jóvenes o a su propia madre para asegurarse de que entendían lo que él había escrito.

Esta es la norma, y la forma de actuar, para los salesianos y educadores que están presentes en las redes sociales. Cuando nos referimos a estos espacios como los “nuevos patios”, estamos diciendo que son lugares por donde pasan los jóvenes, donde están nuestros destinatarios. Y ahí, el salesiano, el educador, quiere hacerse presente y compartir la vida con ellos. En tiempos de Don Bosco no existía Facebook o Twitter, pero él se servía de los libros y, especialmente de la correspondencia epistolar, para estar al lado de los jóvenes. Viendo sus cartas, hay unas tres mil publicadas en el epistolario aún incompleto [18], nos encontramos el estilo más personal, más directo, de Don Bosco que se vuelca en la correspondencia con numerosos jóvenes del Oratorio y otros que le escriben aunque no le conocen personalmente. Es en estas cartas, donde podemos rastrear los principios que mueven a Don Bosco en su misión, el estilo de relación que quiere establecer con los jóvenes, y las bases de su sistema educativo [19].

Precisamente hoy, en la época de los post, de los mensajes breves de Twitter, del intercambio masivo de mensajes personales a través de las redes sociales, Don Bosco pude servir de ejemplo de qué buscar y cómo utilizar las redes sociales con una finalidad educativa y evangelizadora. Muchas de las cartas que escribe a los jóvenes son escritos breves, unas cuantas líneas, pero escritas desde el corazón de quien busca el bien y desea lo mejor para el joven destinatario [20]. Casi, diríamos hoy, son un tweet, un mensaje tal vez de whatsApp o un breve texto en el perfil de Facebook de uno de sus jóvenes, que permite esa cercanía y complicidad con el joven, esa palabra dicha para cada uno en concreto y que le sirve para extender su pasión educadora más allá del tiempo en el que los jóvenes están físicamente con él. Y ese tiempo, esa relación que genera una carta, son importantes para Don Bosco pues le permiten seguir la relación con el joven. Y, como si tuviera un perfil de Facebook o respondiera en un blog, no desdeña el responder a aquellos jóvenes que le escriben porque han oído hablar de él. Una relación virtual, si queremos, importante y significativa para remitente y destinatario, que intercambian los papeles en una comunicación que es también interactiva en el sentido de que genera una conversación, respuestas de Don Bosco a cartas de los jóvenes y viceversa. Un tipo de comunicación, la epistolar, muy estimada por Juan Bosco pues le sirve para conocer el interior de los jóvenes, como escribe al joven Giovanni Turchi, el 23 de julio de 1856, “hiciste bien en escribirme; las cosas íntimas del corazón se expresan mejor por escrito” [21].

El uso de los medios de comunicación fue, para Don Bosco, uno de los campos prioritarios de su misión y de la misión de la Congregación, y explícitamente dice que “la difusión de los buenos libros es uno de los fines principales de nuestro Congregación. Os ruego y os suplico pues que no os olvidéis de esta parte tan importante de nuestra misión"[22]. Don Bosco se hace escritor respondiendo a una vocación -“una de las empresas principales que el Señor me encomendó”, llegará a decir el propio santo-, y con el afán de estar al lado de sus muchachos a través de los libros y las cartas, tecnologías de comunicación, que él tiene a su alcance. Fijarnos hoy, en la época de la sociedad de la información y cuando la tecnología está revolucionando las formas que tenemos de comunicarnos, nos lleva a preguntarnos qué haría Don Bosco con las potentes tecnologías de la comunicación de las que disponemos hoy; cómo las utilizaría para estar en contacto con los jóvenes buscando su salvación; qué tipo de contenidos –de mensajes- promovería hoy a través de los diferentes canales y qué estilo de relación mantendría con sus interlocutores. A nuestro parecer, no cabe duda de que se lanzaría sin miedo a estos nuevos areópagos con el fin de entrar en contacto con los jóvenes de hoy para, igual que con sus muchachos de Valdocco, hacer realidad un deseo: “veros felices en el tiempo y en la eternidad” [23].


Notas

[1] Juan Pablo II y Benedicto XVI, en los mensajes para la jornada de las comunicaciones sociales, se han referido a estas aplicaciones como el nuevo Foro, nueva ágora, espacio existencial, nuevo mundo.
[2] Manuel Castells, Comunicación y poder, 2009 2009, p.52.
[3 LÉVY P., Cybercultura. Gli usi sociali delle nuove tecnologie, 2001, p.88
[4] Manuel Castells, op.cit. p. 146.
[5] NARDONE G. – CAGNONI F., Perversiones en la red. As patologías de Internet y su tratamiento, p.31
[6] Nardone – Cagnoni,op.cit, p. 30.
[7] Citado por Gómez, E. en: Las metáforas de Internet, p. 83.
[8] Acrónimo formado por las palabras en Inglés producer (productor) y consumer (consumidor).
[9] Benedicto XVI, Mensaje Jornada de las Comunicaciones Sociales 2013.
[10] Nardone - Cagnoni, 2003, 27.
[11] Nardone – Cagnoni, 2003, 29.
[12] Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada de las Comunicaciones Sociales de 2011.
[13] Benedicto XVI, Mensaje Jornada de las Comunicaciones Sociales 2011.
[14] Benedicto XVI, Mensaje Jornada de las Comunicaciones Sociales 2013.
[15] Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada de las Comunicaciones Sociales de 2013.
[16] Siempre teniendo en cuenta los distintos tipos de relación según el tipo de red en la que estemos. No es la misma relación entre los amigos de Facebook, que con los seguidores de Twitter, o los diferentes círculos que podemos establecer en Google+, o relaciones de tipo más profesional en una red del tipo de Linkedin.
[17] GRACILIANO J., Leer a Don Bosco hoy
[18]  MOTTO F., Juan Bosco, cartas a jóvenes educadores p. 5.
[19] Una excelente colección de cartas de contenido especialmente pedagógico pueden leerse en MOTTO F., Juan Bosco, cartas a jóvenes y educadores, Madrid, CCS, 1994.
[20] El 20 de enero de 1874, escribe a los jóvenes artesanos del Oratorio: “Mi afecto se funda en el deseo que tengo de salvar vuestras almas, que fueron todas redimidas por la sangre preciosa de N. S. J. C. Y vosotros me amáis porque trato de conduciros por el camino de la salvación eterna. Por tanto, el bien de vuestras almas es el fundamento de nuestro afecto”. En Motto, 1994, p. 204.
[21] Motto, 1994, p. 70.
[22] Don Bosco, 318-321.
[23] Carta escrita por Don Bosco a los jóvenes del Oratorio de Valdocco el 10 de mayo de 1884, en Motto, 1994, p. 242.