A mediados de este año 2020, con las torrenciales lluvias que cayeron en Uruguay, ocurrió un hecho que ha llamado la atención de muchos: el templo de Hijas de María Auxiliadora (FMA) en Montevideo, primera fundación de las hijas de Don Bosco en América, quedó prácticamente sepultado por el agua, pero el cuadro de la Virgen permaneció intacto.
Tal como describió la hermana María, Hija de María Auxiliadora, las lluvias
provocaron el desborde del agua en las calles; el agua ingresó por el patio,
los corredores y la capilla de la casa, cubriendo unos 80 centímetros del piso
y generando daños considerables, sobre todo a las sillas y muebles del lugar.
Esta es la primera vez que ocurre una cosa así, según ha relatado la
hermana salesiana. “Tenemos un sótano inundado hasta el techo, partes
eléctricas comprometidas”, agregó.
Por eso ha llamado la atención que el histórico cuadro de María
Auxiliadora, venerado en la casa salesiana desde su fundación, no haya sufrido
daño alguno.
Y es que este cuadro, que es único dentro de la Familia Salesiana, ya que
muestra la Niño Jesús sonriente, tiene historia: fue enviado por San Juan Bosco
con las primeras misioneras salesianas que llegaron al Uruguay en el año 1877. Tras
él hay un pintor ejemplar; el artista fue un señor que tenía dificultades para
ver, y fue bendecido por Don Bosco para realizar esta obra.
“Es un cuadro muy significativo para nosotras FMA en Uruguay y en el mundo. El sueño de las misioneras en América que Don Bosco tenía, se hizo realidad pasando por Uruguay. Primero en 1875 llegaron los Salesianos y en 1877 las hermanas”, cuenta la hermana María.
Los cierto es que existe una estrecha relación entre la Virgen María, en su
advocación de “Auxiliadora de los Cristianos”, y la Familia Salesiana. San Juan
Bosco fue gran devoto de Nuestra Señora, propagando su devoción y confiando
siempre a Ella su protección.
La Virgen, en la historia de los salesianos, siempre ha estado presente
manifestando su auxilio.
Lo hizo notoriamente durante la peste de cólera que afectó Italia, especialmente Turín, en 1854 cuando Don Bosco recomendó a sus hijos del oratorio portar consigo una medalla de María, rezar un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria, junto con las jaculatorias: Líbranos, Señor, de todo mal, y María Auxiliadora, ruega por nosotros.
Durante esa peste los chicos y Don Bosco se vieron libres de la enfermedad.
Una protección que también ha llegado a la Casa de las Hijas de María Auxiliadora
de Villa Colón, Montevideo, como ha referido la hermana María: “Muchas
generaciones de hermanas, alumnos, alumnas y todos aquellos que de una u otra
manera pasan por esta casa, han crecido bajo la protección de esta Madre y
confiando a ella su vida”.