N° 85: “La Virgen Santísima es maestra de toda formación.
Su vida profundamente dócil al Espíritu Santo la predispone a concebir a Jesús
en virtud del mismo Espíritu, a educarlo y dejarse formar por Él, atenta a los
designios del Padre. Ella nos orienta hacia Cristo, puesto que Cristo vivo está
en el centro de la formación”.
María en la vida de Don Bosco
Don Bosco ha experimentado, de modo excepcional, la presencia e intervención
de María en su vida y en su obra:” ¡Todo lo ha hecho Ella!”.
En el oratorio de Valdocco era una presencia viva: inspiradora, guía, maestra.
Domingo Savio, Miguel Magone y muchos otros jóvenes no la contemplaban como un
ideal abstracto o como un simple objeto de culto y devoción, sino como una persona
viva y operante que llenaba la casa y hacía experimentar la cercanía del amor
de Dios.
También se la sentía como Madre de Dios y nuestra. Aquella que nos da la
alegría de Cristo y que nos permite experimentar su ternura y la eficacia de su
auxilio.
Es Inmaculada: llena de Gracia, totalmente disponible a Dios, sin términos
medios, la que ha estado siempre de parte de Dios. Por eso constituye para los
jóvenes un modelo de santidad y de vida cristiana vivida con coherencia y
radicalidad. La devoción se convierte en imitación.
Es Auxiliadora: auxilio de los cristianos en la gran batalla por la fe y
por la construcción del Reino. La que protege y guía a la Iglesia. Por eso Don
Bosco la considera como la “Virgen de los tiempos difíciles”, sostén y apoyo de
la fe y de la Iglesia. Es, por tanto, modelo de fidelidad en el servicio de la
Iglesia y llamada a un compromiso total en la comunidad cristiana.