Ideario N° 73-María como modelo: “La
santidad ejemplar de la Virgen mueve a los fieles a levantar los ojos hacia
María, que brilla ante toda la comunidad de los elegidos como modelo de
virtudes. Ella, la mujer nueva, está junto a Cristo, el hombre nuevo, como
prenda y garantía de que, en una simple criatura, es decir, en ella, se ha
realizado ya el proyecto de Dios en Cristo para la salvación del hombre en su
totalidad. Co su SI dicho al Señor con toda el alma, cambió la historia de la
humanidad”.
Ideario N° 147-María modelo de autoridad materna: “El Padre de la misericordia quiso que, a la
Encarnación precediera la aceptación de la Madre. Elegida para ser Madre del
Hijo de Dios y constituida en autoridad por voluntad divina, María cumple su
misión con humildad y fe, reconociendo que la autoridad es servicio. Así nos
anima a practicar la enseñanza de Jesús: El que manda se portará como el que
sirve.”
María, modelo de
mujer nueva
Por el P.
Antonio Izquierdo
Volvamos una vez más la mirada a
María. Ella es, como dice el Papa Pablo VI, “el modelo de mujer nueva y
cristiana perfecta, tipo eminente de la condición femenina y modelo singularísimo
de vida evangélica. En su condición concreta de vida, Ella se adhirió completa
y responsablemente a la voluntad de Dios, porque acogió su palabra y la puso en
práctica, porque su acción estuvo animada por la caridad y por el espíritu de
servicio, porque, en fin, fue la primera y más perfecta seguidora de
Cristo".
El hombre desde sus mismos
orígenes ansía con anhelo la novedad. Ahí está la clave de la ciencia y del
progreso, de la técnica y del arte, de la filosofía y de la religión. Un único
terreno le estaba vedado: el misterio infinito de Dios. Hasta que un día Dios
mismo, en su designio de bondad y de amor, nos lo reveló por medio de Jesús, el
Hombre nuevo, gracia a María, su Madre, la Mujer nueva.
1. Modelo de mujer nueva. Dios es la
fuente de toda novedad en la historia. Mujer nueva será aquella que más viva
llena de Dios y de su Espíritu. Esa mujer nueva por excelencia es María
santísima. Ella, en efecto, es la llena de gracia de Dios; ella formó en su
seno virginal al Hijo de Dios, hecho hombre para salvarnos, el Hombre nuevo por
antonomasia. Toda mujer que busque la verdadera novedad, no efímera ni pasajera
sino perenne, ha de mirar a María y verla reflejada en Ella. Ella encarna la
Novedad de Dios. Ella es nueva porque es plenitud de gracia, de santidad, de
amor, recibida de la fuente inagotable del ser y de la vida que es Dios.
2. Adhesión completa a la Voluntad de
Dios. El hombre nuevo dice a Dios, su Padre: ´He aquí que vengo para hacer tu
voluntad´. La mujer nueva responde al ángel: ´Hágase en mí según tu palabra´.
Como Jesús, el Hombre nuevo, María, Mujer nueva, tiene como alimento único la
Voluntad del Padre. En las penas y en los sufrimientos repite como Jesús en
Getsemaní: ´No se haga como yo quiero, sino como quieres Tú´. Y al igual que
Jesús puede terminar su peregrinación terrena con las palabras inefables: ´Todo
se ha cumplido´. Adhesión a la Voluntad de Dios que surge de la fe y del amor,
que lleva el sello de la firmeza y de la constancia, que se realiza por igual
en la alegría y en el dolor, que afecta a la mente, al corazón y a las obras.
3. La primera seguidora de Cristo. María
fue la primera mujer que escuchó de Jesús, en la intimidad de su alma, las
significativas palabras: ´Ven, sígueme´. Ella fue la primera seguidora y
discípula de Jesús. Ella respondió siempre, con docilidad y generosidad, al
llamado de su Hijo. Siguió a Cristo en la sencillez y ocultamiento de Nazaret.
Siguió a Cristo, con su corazón de madre y de discípula, en sus prolongadas
correrías apostólicas. Siguió a Cristo en la persecución y en la incomprensión
de los hombres. Siguió a Cristo hasta la cruz y hasta la resurrección.
Finalmente, siguió a Cristo, en cuerpo y alma, hasta la gloria de los cielos.
María es, pues, la primera, la más auténtica y fiel, la más santa y perfecta
seguidora y discípula de Cristo.
Estemos dispuestas a seguir a
Cristo, tras las huellas de María, en todo momento y ocasión, para ser sus
verdaderos discípulas y apóstoles de su Reino.