La Virgen María era llamada “Auxiliadora” por los primeros cristianos: en
Grecia, Egipto, Antioquía, Éfeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la
Santísima Virgen con el nombre de “Auxiliadora”, que en griego es Boetéia y significa “La que trae auxilios venidos del Cielo”.
El primer Padre de la Iglesia que llamó a la Virgen María con el título de
"Auxiliadora" fue San Juan Crisóstomo, en Constantinopla, en al año
345. El Santo dijo: " Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios".
San Sabas de Cesarea en el año 532
narra que en oriente había una imagen de la Virgen que era llamada
"Auxiliadora de los enfermos", porque junto a ella se obraban muchas
curaciones.
San Juan Damasceno en el año 749 fue el primero en propagar la jaculatoria:
"María Auxiliadora, rogad por nosotros". Y repite: la Virgen es
"auxiliadora para evitar males y peligros, y auxiliadora para conseguir la
salvación".
En Ucrania, Rusia, se celebra la fiesta de María Auxiliadora el 1 de
octubre desde el año 1030: en ese año la Virgen libró a la ciudad de la
invasión de una terrible tribu de bárbaros paganos.
En el año 1572, el Papa San Pío V, después de la victoria del ejército
cristiano sobre los turcos musulmanes en la batalla de Lepanto, ordenó celebrar
el 7 de octubre la fiesta del Santo Rosario, y que en las letanías se invocara
a “María Auxilio de los cristianos”. Ese año Nuestra Señora libró
prodigiosamente a toda la cristiandad de ser destruida por un ejército
mahometano de 282 barcos y 88.000 soldados.
En el año 1600 los católicos del sur de Alemania hicieron una promesa a la
Virgen de honrarla con el título de auxiliadora
si los libraba de la invasión de los protestantes y hacía que se terminara la
terrible guerra de los 30 años. La Madre de Dios les concedió ambos favores, y
pronto había ya más de 70 capillas con el título de María Auxiliadora de los cristianos.
En 1683 los turcos atacaron Viena durante el Pontificado de Inocencio XI.
Bajo el mando del rey de Polonia, Juan Sobieski, venció al ejército turco
confiando en la ayuda de María Auxiliadora, inclusive con un ejército inferior
en fuerzas.
En 1809 el Papa Pío VII fue apresado en el Palacio de Fontainebleau por el
emperador francés Napoleón Bonaparte y dedicó sus oraciones a María Auxiliadora
para que protegiera a la Iglesia, prometiendo a la Virgen que el día que
llegara a Roma en libertad, lo declararía fiesta de María Auxiliadora. Los
ruegos del Papa fueron escuchados. Al abdicar Napoleón, el papa recuperó su
libertad el 24 de mayo de 1814, instituyendo entonces la fiesta de María
Auxiliadora para perpetuar el recuerdo de su regreso a Roma tras el cautiverio.
Pero sin duda fue San Juan Bosco, el santo de María Auxiliadora, con el que
esta advocación mariana encontró el mejor paladín y trampolín para el
desarrollo y popularidad de su devoción.
Será exactamente en 1862, en plena madurez de Don Bosco, cuando éste hace
la opción mariana definitiva: "La Virgen quiere que la honremos con el
título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos
necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la fe
cristiana".
Desde esa fecha el título de Auxiliadora aparece en la vida de Don Bosco y
en su obra como "central y sintetizador". La Auxiliadora es la visión
propia que Don Bosco tiene de María. La lectura evangélica que hace de María,
la experiencia de su propia vida y la de sus jóvenes salesianos, y su
experiencia eclesial le hacer percibir a María como "Auxiliadora del
Pueblo de Dios".
En 1863 Don Bosco comienza la construcción de la iglesia en Turín. Todo su
capital era de cuarenta céntimos, y esa fue la primera paga que hizo al
constructor. Cinco años más tarde, el 9 de junio de 1868, tuvo lugar la
consagración del templo. Lo que sorprendió a Don Bosco primero y luego al mundo
entero fue que María Auxiliadora se había construido su propia casa, para
irradiar desde allí su patrocinio. Don Bosco llegará a decir: "No existe
un ladrillo que no sea señal de alguna gracia".
Hoy, los salesianos-tanto religiosos como laicos-, fieles al espíritu de
sus fundadores y a través de las diversas obras que llevan entre manos siguen
proponiendo como ejemplo, amparo y estímulo en la evangelización de los pueblos
el auxilio que viene de María Auxiliadora.
Tres Papas le tuvieron gran
devoción
El Papa San Juan XXIII cultivó una especial devoción a la Auxiliadora, cuya
imagen, tomada de un número del Boletín Salesiano, colgaba en la pared cerca de
su cama. La proclamó Patrona del Concilio con los títulos de Auxilium Christianorum y Auxilium Episcoporum.
El 28 de mayo de 1963, ya gravemente enfermo, bendijo con profunda emoción
las dos coronas destinadas al cuadro de la Virgen en la Basílica del Sagrado
Corazón de Roma.
Por su parte, San Juan Pablo II solía acudir y orar en la capilla de María
Auxiliadora de la iglesia de San Estanislao de Kostka (Cracovia) entre 1938 y
1944. En esta iglesia, el 3 de noviembre de 1946 celebró una de sus primeras
Misas como sacerdote.
El Papa Francisco, durante su visita apostólica a Turín en 2015 por los 200
años del nacimiento San Juan Bosco, contó que durante su infancia fue educado
en un colegio salesiano donde aprendió a amar a María Auxiliadora.
Dijo: “Yo allí aprendí a amar a la Virgen, los salesianos me formaron en la
belleza, en el trabajo, y esto creo que es un carisma suyo; me formaron en la
afectividad y esto era una característica de Don Bosco”.